Berlusconi pagó su inmunidad
La sentencia del 'caso Mills' reafirma que el primer ministro sobornó a un abogado para falsear su testimonio
| CORRESPONSAL. ROMA Actualizado: GuardarLa sentencia del pasado mes de febrero de un tribunal italiano que condenó al abogado británico David Mills a cuatro años y medio de cárcel por falso testimonio tenía una lectura implícita muy clara: quien le había pagado por mentir en el año 1997 para que le evitara problemas, según la Fiscalía, era Silvio Berlusconi, actual primer ministro.
El magnate estaba imputado en este mismo proceso pero logró abandonarlo justo antes de la sentencia gracias a la ley de inmunidad aprobada por su Gobierno y que aún está pendiente de una decisión del Tribunal Constitucional. Pese a estas implicaciones, eN aquel momento no se armó demasiado revuelo. Ayer se conoció el texto de la resolución, que en Italia se publica en los meses siguientes al anuncio de la sentencia, y la lectura ya es explícita: dice con todas las letras que Mills mintió, por un «precio de corrupción» de un total de 600.000 dólares, «para consentir a Silvio Berlusconi y al grupo Fininvest la impunidad de las acusaciones».
La conclusión es clara: Silvio Berlusconi habría sido seguramente condenado si no se hubiera escabullido gracias a su cargo. Ayer sí se originó cierta polémica, pero probablemente no ocurra nada. Italia es así. Además, el juicio, que entra ahora en la segunda instancia, terminará con la prescripción del delito, en febrero de 2010. La sociedad Fininvest era el imperio audiovisual del magnate italiano y David Mills, según la acusación pública, el creador de la red de empresas 'off shore' y de la caja de dinero negro de la compañía. El letrado británico interrogado en dos de los juicios abiertos contra Silvio Berlusconi de los años noventa, uno por soborno a la Guardia di Finanza y en el gran proceso 'All Iberian'. Es en ellos donde habría mentido para ayudar a Berlusconi, que le pagaba con «enormes sumas de dinero, ajenas a su minuta profesional», según indica la sentencia.
Todo se descubrió en otro proceso posterior por fraude en los derechos televisivos de Mediaset, el grupo de Berlusconi. En el proceso apareció una carta de Mills a su asesor fiscal en la que le confesaba que durante aquellos interrogatorios tuvo que hacer malabarismos para «no meter a 'mister B.' en un mar de líos». La Justicia italiana le interrogó en 2004 y lo confirmó, aunque cinco años después, en vísperas de la sentencia, se retractó, pero no ha logrado explicar la procedencia del dinero recibido.
La oposición, que permanece desaparecida y se dirige a un nuevo batacazo en las elecciones europeas, tuvo por fin ayer ocasión de alzar la voz. El líder interino del Partido Demócrata (PD), Dario Franceschini, y el ex magistrado Antonio Di Pietro pidieron a Berlusconi que renuncie a la inmunidad y se someta al proceso para defender su dignidad.
Sin embargo el primer ministro lo ve de otra manera: «Compareceré en el Parlamento y diré lo que pienso de cierta magistratura (...), es una sentencia escandalosa contraria a la realidad, en apelación seré absuelto».
La argumentación de Silvio Berlusconi es la siguiente: las sentencias en Italia sólo son firmes en el último grado, por tanto debe esperarse a la decisión del Supremo y hasta entonces es inocente. Las anteriores, según 'il Cavaliere', son de magistrados comunistas que le odian y no cuentan. Por desgracia esa sentencia definitiva tardará años en llegar, tanto por las tácticas dilatorias de Berlusconi como por la lentitud desesperante de la Justicia italiana, y los delitos habrán prescrito.