Muérete ya
| Cádiz Actualizado: GuardarSi los fumadores murieran de manera fulminante después de haber inhalado un número equis de cigarrillos, seguramente las autoridades sanitarias no se preocuparían tanto por ellos. Creo que las autoridades sanitarias se preocupan más de los gastos médicos y hospitalarios que origina un enfermo fumador, que de las enfermedades que padece, o por lo menos, esa es la impresión que a mí me da.
El alcohol todavía no tiene etiquetas que adviertan de los peligros que supone para la salud. Todo lo más nos dicen que no mezclemos el tocino con la velocidad y que si bebemos, que no rebujemos, puesto que no es necesario renunciar a las virtudes de un gran diurético como es la cerveza ni a las ventajas que ofrece el vino favoreciendo y aligerando las digestiones, y muchos menos, a las propiedades preventivas de un chupito de güisqui en los enfermos de corazón. Además, es necesario advertir que brindar con zarzaparrilla las victorias que se obtengan contra los fumadores traerá mala suerte.
Pero lo que mata mucho más que el tabaco y el alcohol juntos son las guerras, y ya me gustaría a mí ver en los tanques, en los aviones y barcos de guerra, en las balas y en los uniformes de los soldados unas etiquetas que adviertan de sus peligros, que no sólo pueden ser nocivos para su salud, sino que también pueden desolar y arruinar países enteros.
Y queden ustedes tranquilos porque mientras nos reunimos y conversamos para llegar a un acuerdo civilizado, que satisfaga a las dos partes, nosotros cuidaremos de sus minas de diamantes y de sus pozos de petróleo.
¡Qué usted lo mate bien!