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Israel examina la magia de Obama
Netanyahu acude a la Casa Blanca enrocado por su negativa a aceptar el reconocimiento del Estado palestino para avanzar hacia la paz
| CORRESPONSAL. JERUSALÉN Actualizado: GuardarMientras Benyamin Netanyahu ultimaba la preparación de la que será hoy su primera entrevista con Barack Obama en la Casa Blanca, el cielo del sur de Israel era esta semana pasada escenario de inéditos entrenamientos de persecución y combate entre sus propios cazas F-16 y los MIG-29. Los últimos, unos de los mejores reactores en poder de países árabes, entre ellos Siria e Irán. «Estamos instruyendo a nuestros pilotos contra ellos. Este es un paso muy importante para examinar nuestras capacidades contra los sistemas a los que tendremos que enfrentarnos», decía al Canal 2 el teniente coronel Oren, al mando del centro de Pruebas de la Fuerza Aérea judía. Lo nunca visto.
Casi simultáneamente, la prensa israelí se hacía eco de las advertencias que -a través del jefe de la CIA, Leon Panetta, de visita en Jerusalén- Obama transmitía a Netanyahu, exigiéndole que Israel no sorprenda a Estados Unidos con una operación militar contra Irán. Al parecer, Tel Aviv se ha comprometido a informar previamente a su aliado de cualquier maniobra, pero lo que ha quedado en evidencia es que Washington está preocupado ante la posibilidad de que Israel inicie una escalada que pueda arruinar su acercamiento a Teherán.
La sombra de esta hipótesis planeará hoy sobre la reunión de la Casa Blanca. Una cita crucial, que todos dan por supuesto que terminará con un cordial apretón de manos, pero que, sin embargo, podría ser el principio del fin de las privilegiadas relaciones de EE UU con Israel. Obama dirá a Netanyahu que no tiene más camino que negociar la paz sobre la base de un Estado palestino. Netanyahu aceptará dialogar, pero en los ámbitos económico y de seguridad, dejando en último término la solución política, aunque su verdadero objetivo será reclamar que se frene a Irán. Para Washington, temen los analistas, la fórmula del israelí y sus declaraciones de intenciones, simplemente, no serán suficientes.
Sorpresa
Si Netanyahu saliera hoy comprometiéndose con un Estado palestino, la sorpresa sería mayúscula y su Gobierno una debacle: antes de que partiera a EE UU, sus socios de ultraderecha ya le han recordado que no le apoyaron para hacer concesiones a los palestinos. «No tienes derecho a entregar parte de la tierra de Israel, no tienes derecho a congelar los asentamientos en Judea y Samaria (Cisjordania), no tienes derecho a avanzar en la política de la izquierda», le han amenazado.
Las sospechas de Obama y su equipo, aseguraba esta semana el diario Maariv de Tel Aviv, son que, ante este escenario de «margen de maniobra cero» dentro de su propia coalición de poder, Netanyahu querrá ganar tiempo y evadir cualquier decisión sobre el futuro de los territorios. Pero las presiones ya han comenzado: el 5 de mayo, sin esperar siquiera a conocer las propuestas que Netanyahu podría formular hoy a Obama, el vicepresidente norteamericano, Joe Biden, exigió ante el mayor lobby judío de Washington la congelación de cualquier construcción en las colonias. Ese mensaje de Biden es, hasta la fecha, el signo más evidente de que hay un problema, pero también de que EE UU puede irritarse.