MIRADAS AL ALMA

Moldeando sueños

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Se pueden tardar años en encontrar una sola virtud y, en cambio, escuetos minutos en encontrar defectos. La laboriosa labor de los ganaderos es conseguir realidades cruzando sueños y pesadillas. De alguna manera, los toros son hijos espirituales de los ganaderos, virtud de sus virtudes, ejemplo de su personalidad, encuentro de su búsqueda, ser de su ser. La selección en el campo de reses bravas es ardua y exhaustiva, no exenta de desesperaciones y crudas frustraciones; pues cuando una corrida de toros llega a la plaza con todas las ilusiones en alza y se muestra mansa y falta de casta, el ganadero ve, siente y padece cómo sus creaciones se revelan contra él. Eso, claro, si se es buen ganadero, que, como en todo, no todos lo son. De hecho, pienso por lo vivido, que pocos son quienes buscan con sabiduría el camino debido para el toreo. El toro, animal, enigmático donde los haya, tiende a ser manso; la lucha del ganadero es seguir la senda de la bravura, la codicia, la nobleza, la fijeza. todas virtudes que exigen sacrificio y honradez. Ese sacrificio y honradez es el gran reto del ganadero; aunque, claro está, lo fácil es prostituirse y no ser fiel a los cánones.

Se tardan varias décadas, incluso, en recoger frutos de lo sembrado, pero hay que saber sembrar buenas semillas para no recoger frutos podridos. El toro es, por ello, sueño o pesadilla, fiel reflejo de unos dogmas creados, pero nunca jamás culpable de sí mismo; la culpa es del ganadero. La senda que sigue el toro es ese río de agua que el hombre dicta; quizás no la senda que el toro quisiera. Cuando, en cambio, el toro embiste, se convierte en creación sublime de una debida y correcta idiosincrasia. Nada más emocionante que un toro con hechuras, boyante en su embestida y encontrando a un buen torero para crear entre los dos ese efímero milagro que es el toreo. Ese toro bravo que, como ya se sabe, descubre a los malos toreros; o ese toro manso en cambio, que también descubre a los malos ganaderos. Cierto es que de toros, lo único que un buen aficionado debe saber es que no se sabe nada. Digna vida la del ganadero que ha de ser filósofo para crear poesía.