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La falta de empleo acelera la emigración de 300 parados gaditanos a campañas europeas
La Sierra aporta la primera mano de obra para recoger fruta en Francia y Bélgica Perpiñán se convierte en la salida que han encontrado albañiles desempleados
| ALCALÁ DEL VALLE Actualizado: GuardarVuelve la emigración a Europa. Son españoles que buscan al otro lado de los Pirineos el trabajo que no tienen o han perdido aquí. La provincia suma 156.583 parados y la crisis aprieta. El sector de la construcción ha dejado a 35.351 personas sin trabajo en Cádiz y la agricultura cuenta ya con 4.070. Las primeras expediciones a Francia en busca de trabajo han salido de la Sierra de Cádiz. Los vecinos de Alcalá del Valle y de sus alrededores han iniciado ya el viaje. Los emigrantes gaditanos solían irse a Francia a principios de junio, pero la situación ha obligado a adelantar la salida. Este año ha habido una auténtica avalancha para salir al país vecino.
En concreto, ya han partido hacia Francia cinco autobuses y decenas de coches particulares. En total, unas 300 personas buscando empleo en los trabajos previos a la recogida del melocotón, la nectarina y el albaricoque. En concreto, trabajan clareando los árboles y quitándole algunas de las frutas que ya tienen para que el resto brote con más fuerza.
La mayoría de estos temporeros, que suelen acudir al sur de Francia, principalmente a Perpiñán, van en viajes organizados previa demanda de los empresarios. En concreto, hay una serie de responsables que se encargan de unir la cuadrilla que les solicita el empresario y, además, el Sindicato Andaluz de Trabajadores trata de conseguir más trabajo por la zona, al tiempo que le organizan la salida y la estancia a los temporeros.
A la aventura
Verónica Vaassen, del SAT, es la persona encargada de buscar este trabajo y reconoce que «este año se va mucha gente sin faena y tratan de buscarla allí de campo en campo», algo que no recomienda porque «es complicado encontrar el trabajo y puede ser incluso peligroso; de hecho, hay vecinos de Alcalá que tienen que dormir en un coche después del trabajo porque, aunque han encontrado faena y no tienen piso». Un caso significativo es el que le ha sucedido a un grupo de cuatro vecinos que fueron a buscar trabajo en Valencia y «les hicieron pagar 40 euros por persona, alquilar el piso por 400 euros y el trabajo no existía», aseguran desde el SAT.
Los emigrantes serranos ganarán en Francia, y dentro de unos meses en Bélgica )donde aún no se han trasladado), un salario diario cercano a los 50 euros, mientras que en la provincia o en otras zonas de Andalucía ganarían entre 30 y 36 euros diarios. Además, los jornales agrícolas escasean en la comarca serrana y en el resto de la provincia por lo que además de ganar más los jornaleros consiguen trabajo.
El adelanto de la campaña para los temporeros serranos se debe a los problemas que han tenido para hacer campañas como la de la aceituna en Córdoba o Jaén y la fresa de Huelva. En ellas han preferido tirar de la mano de obra nacional de sus propias comarcas, además de la extranjera que ya tienen de otros años, en detrimento de los trabajadores de otras zonas. Esta situación ha hecho que las familias se vean con menos recursos a la hora de afrontar los periodos sin campañas y eso ha provocado un interés mayor que en otros años por irse a Francia.
El objetivo de estos trabajadores es ir enlazando la preparación de estas campañas de primavera con las propias del verano y el otoño. La mayoría tiene en mente buscar trabajo en la vendimia francesa o en la manzana belga, prolongando su estancia en Europa hasta finales de octubre o principios de noviembre.
Avalancha de solicitudes
No obstante, según avancen estas campañas desde el SAT se tiene previsto que «muchas otras personas sigan emigrando a Francia y Bélgica y superemos los 700 emigrantes de otros años porque la demanda de trabajo que hay es muy grande», apunta Vaassen.
Este aumento de la mano de obra gaditana interesada en ir a Francia está provocando un problema importante en el destino porque los patrones no están facilitando el alojamiento, lo que obliga a los trabajadores a buscar una vivienda en alquiler para compartirla entre 4 ó 5 personas. Esta situación es confirmada por José Hinojosa, un temporero de Alcalá de los que comenzaron a emigrar hace años y sigue haciéndolo hoy, que asegura que ha tenido que acoger a vecinos del pueblo en la vivienda que tiene alquilada porque «se fueron sin concretar el trabajo y lo han encontrado pero no tenían viviendas».
La emigración que brotado en la zona de Alcalá hace que vecinos de otros municipios de la comarca serrana se interesen por participar en estos viajes. Vaassen asegura que «el jueves recibimos, sin ir más lejos, a un vecino de Ronda que nos pidió que le buscáramos algún hueco».
La bajada en el sector de la construcción ha provocado que muchos emigrantes que abandonaron en su día las campañas agrícolas, atraídos por las posibilidades que ofrecían los ladrillos, hayan vuelto ahora a buscarse los jornales en los campos franceses y belgas. Ese es el caso de Francisco López, que actualmente se encuentra trabajando en Perpiñán. En Alcalá ha dejado a su mujer y a los hijos, ya que su intención ha sido la de no «levantar mi casa sino que ellos sigan con su vida normal sin mí, hasta que vuelva».
Este caso se ha repetido en muchos trabajadores que abandonaron la emigración y ahora se ven obligados a tratar de buscarse un hueco en los campos del país vecino. No obstante, también existen casos de trabajadores que han conseguido abandonar el campo y encontrar estabilidad en sus trabajos, aunque son verdaderos mirlos blancos.
Juan José Trujillo dejó de ser temporero hace unos doce años, después de 15 como emigrante, y actualmente trabaja, junto a su mujer, en el Palacio del Rey Fahd en Marbella. Pasado el tiempo valora como un regalo la «estabilidad que hemos encontrado porque el trabajo en el campo, además de duro, no te permite planificar tu vida porque no sabes cuándo te puede faltar o si tendrás dificultades».
sierra@lavozdigital.es