En su visita al Santo Sepulcro el Papa rezó ante la Piedra de la Unción./ REUTERS
MUNDO

Final con sombras del viaje papal

Benedicto XVI no rehace los lazos con los judíos pero se acerca al islam

| ENVIADO ESPECIAL. JERUSALÉN Actualizado: Guardar
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El Papa regresó ayer a Roma, bastante cansado según su rostro, después de su viaje más difícil, ocho días en Jordania, Israel y Cisjordania, en los territorios palestinos. Era tan complejo y lleno de trampas que ha salido airoso, pero con frustraciones. Benedicto XVI deja dos estados, pero de ánimo. Israel queda descontento y los palestinos, satisfechos. Es el efecto de los dos momentos decisivos: las visitas al Yad Vashem, el complejo en memoria del holocausto, y a Belén, rodeada por el muro israelí. El Pontífice los remarcó ayer como «el más solemne» y «el más triste». Pero sólo cumplió en el segundo, con su reivindicación de los derechos palestinos y la condena del muro. «Han ganado los palestinos», resumía ayer el diario Haaretz.

Ratzinger llegaba a Israel para rehacer los lazos con el hebraísmo tras los incidentes de los últimos meses, pero ha dejado la cuestión como estaba. La prensa israelí ha juzgado «fría y de protocolo» su visita al Yad Vashem y el propio Vaticano cayó en un error garrafal al negar que el Papa perteneció de joven, obligado, a las juventudes hitlerianas. Israel esperaba mucha más entrega emocional de un pontífice alemán. Esa cuenta ha quedado pendiente, con la tradicional desconfianza hacia el Vaticano, y pesa negativamente en el balance.

Benedicto XVI volvió ayer a la cuestión al despedirse y evocó a los judíos «brutalmente exterminados por un régimen sin Dios que propagaba una ideología de antisemitismo y odio, un espantoso capítulo que no debe ser nunca olvidado o negado». No obstante, es un borrón en el plano sentimental. En el político, el Papa ha sido sólo correcto con Israel. Ha predominado la distancia.

En cambio, los palestinos han obtenido de Benedicto XVI una defensa clara y cálida de sus reclamaciones. Ayer volvía a hacerlo: «Una de las visiones más tristes ha sido el muro. Mientras lo rodeaba he rezado por un futuro en el que los pueblos de Tierra Santa puedan vivir juntos en paz sin necesidad de tales instrumentos».

Tampoco ha sido suficiente para Hamás, que volvía a criticar ayer al Papa por no visitar Gaza y «apoyar al ocupante». Con todo, uno de los grandes avances del viaje es el acercamiento al islam, tanto por el filtro político de la causa palestina como, en el plano religioso, por la escala en Jordania, la visita a tres mezquitas y el fin de las controversias del discurso de Ratisbona de 2006. Gran parte de la prensa árabe daba la bienvenida ayer a «un lenguaje nuevo» del Papa. Antes de partir asumió de nuevo su papel de mediador de paz y se dirigió a ambas partes como amigo común. «Ningún amigo puede no llorar por vuestro sufrimiento», dijo antes de exigir el fin de la guerra y del terrorismo y de recordar tanto el derecho del Estado de Israel «a existir y gozar de paz» como el del pueblo palestino a «una patria independiente soberana». «Que la solución de los dos Estados se haga realidad y no sea un sueño», exclamó el pontífice. Probablemente, ningún otro líder puede hablar con esta confianza a los dos bandos.

Petición de condena

Es un paso más ante la visita del lunes del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, a EE UU y la expectativa de una revitalización del proceso de paz con el presidente Barack Obama, quien hablará al mundo árabe en El Cairo el 4 de junio. Netanyahu se reunió el jueves quince minutos con Benedicto XVI y hablaron de esto.

El primer ministro israelí, según reveló, también le pidió una condena de las declaraciones de Irán sobre la destrucción de Israel. Además, cosa curiosa, ambos conversaron sobre la Inquisición, pues el padre de Netanyahu es un experto de los judíos en España. Era el presidente Simon Peres quien más confiaba en el papel del Papa para reactivar la paz en la zona y ayer se mostró conciliador. Dijo que «había tocado los corazones y las mentes». Ambos se besaron, un gesto ajeno al protocolo. El Papa, que se ha entrevistado con los líderes de ambas partes, aseguró en el avión que ha visto «un gran deseo de paz en toda Tierra Santa».