
Europa despega en busca del origen del Universo
Los satélites Planck y Herschel, los más potentes construidos hasta ahora, parten desde la Guayana francesa rumbo a su atalaya de observación
PARÍS Actualizado: GuardarLos telescopios europeos Planck y Herschel, los dos más potentes jamás construidos, han partido hacia el espacio a bordo de un cohete Ariane-5 con el ambicioso objetivo de la Agencia Espacial Europea (ESA) de explorar el origen del Universo a través de un conjunto de originales y potentes instrumentos de observación. Minutos después del despegue, el director general de la agencia, Jean-Jacques Dordain, se ha mostrado convencido de haber dado "un gran paso para ampliar el conocimiento humano".
Tras 15 años de experimentación y más de 1.700 millones de euros de inversión, los satélites han comenzado su viaje hasta su atalaya de observación desde la base de Kurú, en la Guayana francesa. Situados a unos 1,5 millones de kilómetros sobre la Tierra, en un punto de equilibrio tanto orbital como térmico, Planck (1.900 kilos) y Herschel (3.400) gozarán de un emplazamiento privilegiado para comenzar a escudriñar las zonas más lejanas del Universo.
Tardarán un mes y medio aproximadamente en llegar a ese punto y a partir de octubre empezarán a enviar los datos que miles de científicos aguardan en tierra para tratar de conocer cómo se formó el cosmos. "Es la apuesta más importante de la ESA en astronomía espacial", ha explicado desde Kurú el coordinador de política científica de la agencia europea, Álvaro Giménez.
Un reto científico sin precedentes
El científico español no ha escapado al entusiasmo general por una misión que "sitúa a Europa en primera línea" de la observación astronómica del Universo. Unos 300 expertos de 15 países han puesto su grano de arena para concebir y fabricar los dos telescopios espaciales más modernos. "Suponen un reto científico sin precedentes, porque había que desarrollarlos a temperaturas extremadamente frías", ha apuntado Giménez.
La baja temperatura, próxima al cero absoluto -es decir, menos 273 grados centígrados, lo que les convertirá en los objetos más fríos del Universo-, es la clave para que Planck y Herschel trabajen sin injerencias del medio externo. "Si no se hiciera a esa temperatura, sería como tratar de ver las estrellas de día", señalaba el científico.
En esta "aventura de la arqueología del Universo", cada uno de los dos satélites cumple una función diferente. Bautizado en honor del fundador de la teoría de la física cuántica, Planck tiene la misión más compleja. Sus dos instrumentos de observación se adentrarán en los confines del Universo iluminado, allí donde la luz se liberó de la materia, unos 380.000 años después del Big Bang que los científicos sitúan hace 13.700 millones de años.
"Trataremos de analizar la primera foto que tenemos del Universo, para deducir lo que sucedió tras el Big Bang", ha explicado Giménez, que ha calificado la misión como "una especie de ecografía del Universo". Esos datos, unos 500.000 millones, permitirán construir una cosmografía del Universo en aquel momento y contribuirán a perfilar los modelos científicos creados por los astrónomos para explicar su origen, basados en la relatividad general.
Procesamiento de datos en Madrid
Herschel mirará más cerca, al momento de la formación de las estrellas, los planetas y las galaxias. "No podemos indagar en el origen del sistema solar porque no se puede viajar en el tiempo, pero podemos ver lo que sucede en sistemas similares que se están formando en la actualidad". Dotado de un espejo de 3,5 metros de diámetro, el mayor enviado al espacio hasta el momento, Herschel funcionará como un observatorio normal y mirará a las partes del Universo que decidan los astrónomos desde la Tierra.
Además de mirar más lejos que ningún otro telescopio espacial, Herschel, que toma su nombre del descubridor de los rayos infrarrojos, se servirá de un instrumental fotométrico para analizar la composición de las sustancias primitivas que dieron lugar a la conformación de las elementos que forman el cosmos. A diferencia de sus predecesores, como el Hubble, Plank y Herschel están refrigerados con helio, lo que limita su vida, y están situados a tanta distancia que hace imposible el envío de misiones para su reparación.
Herschel trabajará como mínimo durante tres años, aunque en la ESA confían en que su helio aguante cinco. Plank tiene refrigerante para año y medio, pero con suerte vivirá un año suplementario. Durante ese tiempo, los datos de los telescopios llegarán a los centros de la ESA en Cebreros (Ávila) y Australia. El procesamiento de la información tendrá lugar en el centro de Villafranca del Castillo, cerca de Madrid.