Eslava Galán acaba de 'tirar' la segunda edición de su exitoso título. / A. VÁZQUEZ
JUAN ESLAVA GALÁN ESCRITOR JORNADA DE HOY

«No sé si hay Dios o no hay, lo que sé es que el tema me trae al fresco»

| CÁDIZ Actualizado: Guardar
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Eslava Galán juega al límite de la excomunión. Ayer, en la Feria del Libro de Cádiz, volvió a hacer méritos para que su alma, podrida de rebeldía, se consuma en el averno de los incrédulos. Su intervención estuvo sembrada de sentencias devastadoras: «La religión cristiana ha copiado todos sus mitos de las culturas más importantes de su entorno, como la mesopotámica; en realidad, es una copia de la copia, puesto que el cristianismo no es más que una herejía del judaísmo, que a su vez plagió algunas religiones mistéricas».

Presentado por Tamara García, Eslava Galán desgranó los motivos que lo llevaron a escribir El catolicismo explicado a las ovejas, una historia «diferente de la religión que más ha sufrido mi generación, la de la posguerra, escrita con cierta ironía por alguien que se coloca en la piel de un creyente con dudas, de un teólogo aficionado que ha hecho sus lecturas, que ha estudiado La Biblia, la conoce, y se permite aventurar sus opiniones».

A partir de esa premisa y tras un minucioso proceso de investigación, Eslava Galán concluye que la Iglesia Católica «ha saqueado cuentos, mitos y leyendas, además de apropiarse de la organización del antiguo Imperio Romano para establecer su organización sobre las provincias de un sistema decadente».

Mediante la fórmula de «aplicar el sentido común» a cada dogma, el escritor jienense concluye que la idea de un Hijo de Dios, nacido de una Virgen, que muere un 25 de diciembre y que resucita, forman parte de una cadena «narrativa de conceptos preexistentes». Para el autor, la supervivencia de la religión se fundamenta en que «hay quien necesita la fe, pero también hay quien simplemente comulga por costumbre, porque de pequeño nos instalaron esas ideas en la cabeza, cuando aún teníamos limpio el disco duro, perfectamente maleable».

Pidió el carné de manipulador de alimentos para los que «tratan con el cuerpo y la sangre de Cristo», avisó de la «decadencia absoluta de la Iglesia si insiste en su discurso actual» y llamó al Opus Dei «secta maligna».

Políticamente incorrecto hasta el final, el escritor admitió haber enviado un libro a Rouco Valera, «pero no me ha constestado con una simple nota» y se definió como agnóstico total, «porque no sé si existe Dios o no existe, lo que sé es que el tema me trae al fresco». A pesar de ello, está embarcado en una Historia de la Iglesia que terminará «si Dios me da salud».