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Florentino Pérez, el gran conseguidor

El empresario madrileño, número uno de la construcción en España, logró formar el equipo de fútbol más mediático de la historia del deporte rey

MADRID Actualizado: Guardar
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Lo que toca lo convierte en oro. Así es Florentino Pérez. Un triunfador nato. El empresario madrileño es el auténtico número uno de la construcción en España y, desde que comenzó su carrera en los años 70, se ha rodeado con gran habilidad de los más poderosos grupos empresariales del país y del extranjero. En él se encuentra la 'versión española' del sueño americano. Un hombre normal convertido en multimillonario, capaz de conseguir un imperio de la nada.

En 1983, cuando invirtió una peseta de forma simbólica, en las acciones de Construcciones Padrós (hoy ACS) al encontrarse la empresa en quiebra, jamás pensó que, 26 años después, aquella moneda, ese 10% de participación en la compañía, lograría hacer realidad el 'milagro de los panes y los peces' hasta llegar a valer más de 1.000 millones de euros. Convertida en una referencia mundial de las actividades de contrucción y servicios, en nuestros días, obtiene una capitalización bursátil de más de 13.000 millones de euros.

Un personaje hecho a sí mismo

Nacido el 8 de marzo de 1947 en Madrid, es un tipo trabajador que no deslumbra con sus discurso ni brilla con ideas revolucionarias. Viste formal, casi siempre de traje, pero tiene un don de gentes que le hacen ser un 'encantador de serpiertes' en el mundo de las finanzas. Estudió Ingeniería de Caminos. Un señor omnipresente cuya mano se nota en infraestructuras, telecomunicaciones, política o en el mundo del deporte, en donde consiguió formar el equipo de fútbol más mediático de la historia tras acceder a la presidencia del Real Madrid en el año 2000.

Es uno de esos personajes hechos a sí mismo. Tras acabar sus estudios universitarios levantó una pequeña editorial. Pasó por el Ayuntamiento de Madrid de la mano de Adolfo Suárez en 1979. Posteriormente fue Director General de Infraestructuras de Transporte del Ministerio de Transportes, Turismo y Comunicaciones. En 1981 pasó a ser subsecretario-presidente del Instituto de Reforma y Desarrollo Agrario (IRIDA) del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, cesando en 1982 tras la derrota electoral de UCD. Años más tarde pasaba de la burocracia al ladrillo.

Tras ingresar en el consejo de administración de la constructora OCISA y ser nombrado presidente y consejero-delegado al año siguiente de la empresa francesa, siguió escalando y en 1997 fundó la actual ACS tras consumar una gran operación, con la firma Ginés y Navarro. Poco antes había comprado al Estado la constructora pública Auxini. Ladrillo a ladrillo absorbió a Dragados y Construcciones. En 1999 fue elegido mejor empresario del año y con todo esto, siendo uno de los hombres más influyentes del país se dio a su gran pasión: el fútbol.

Fútbol, un deporte hecho marketing

Para un triunfador como él, acceder a la presidencia del Real Madrid, era 'la gota que colmaba el vaso' en sus aspiraciones personales. Acérrimo seguidor blanco desde pequeño, es el socio número 5.894 de la entidad blanca. En 1995 disputó el puesto con Ramón Mendoza, quien le derrotó por un estrecho margen.

En el año 2000 el vencedor sería él y el derrotado, Lorenzo Sanz ,que acababa de ganar la Champions. Pérez tenía un programa más sólido y prometía un futuro económico despejado. Garantizó el fichaje de Luis Figo (60 millones), por aquel entonces ídolo del barcelonismo, así como juntar un elenco de estrellas que traería año por año. Dicho y hecho. Florentino saneó una deuda de 280 millones de euros tras la polémica venta de la Ciudad Deportiva por 330 millones y el portugués se enfundaba la camiseta blanca. El marketing y los derechos de televisión hicieron el resto para convertir al equipo en el club más rico del mundo.

Después de Figo, 'balón de oro' en 2000, llegó el francés Zidane, 'el quinto grande', por el que Florentino rompió el mercado tras desembolsar 76 millones de euros (el fichaje más caro de la historia) y en 2003 fichaba al mejor delantero del mundo, el brasileño Ronaldo. Convertía así al Madrid en una empresa rentable, universal. Sacó oro de los ladrillos con su estilo de seductor. El fichaje de Beckham, más mediático que necesario, resume su filosofía. Estos primeros años en el poder estuvieron llenos de éxito. El Real Madrid conseguía dos Ligas (2000-01 y 2002-03), dos Supercopas de España (2001 y 2003) y en 2002 firmaba un triplete con los títulos de la Copa de Europa -la novena-, más la Supercopa de Europa y la Intercontinental. La cima de la montaña blanca.

Decadencia

Tras todos estos éxitos, Del Bosque era destituido y salía por la puerta de atrás del Bernabéu. Ese momento es clave en la decandecia que viviría la entidad blanca los años posteriores hasta la dimisión de Pérez en 2006. Florentino buscaba otro aire en el banquillo merengue pero los sustitutos del salmantino no dieron la talla: Carlos Queiroz (un año), José A. Camacho (tres meses), García Remón (tres meses), Vanderlei Luxemburgo (11 meses) y López Caro (tres meses). A estos les acompañó el cambio en la dirección deportiva, Valdano era sustituido por Arrigo Sacchi (11 meses) y Benito Floro (tres meses). Ningún título volvió a entrar en las vitrinas de Concha Espina.

Tres años en los que el modelo 'galáctico' se iba resquebrajando hasta cambiar su concepto con los fichajes de Owen, Samuel, Diogo, Woodgate, Gravesen, Baptista, Pablo García,... Nombres que triunfaban en sus equipos pero que no llegaban al nivel de estrella de los primeros fichajes del presidente. La galaxia de estrellas en la que se había convertido el club terminaba por transformarse en un agujero negro que elevaba a la máxima potencia las miserias de una institución revalorizada económicamente pero hundida en el plano deportivo. Las cifras no marcaban goles, tampoco ganaban títulos. El fútbol odia las matemáticas.

El 27 de febrero de 2006, de forma sorprendente e inesperada, pero entendible por la situación deportiva, Florentino anunciaba su adiós al fútbol, a la presidencia del Real Madrid, a su "único vicio" como lo calificó su esposa. De esta manera tachaba el cargo más vistoso que ostentaba en su amplio y glorioso currículum.