Demjanjuk, trasladado en ambulancia a la prisión de Stadelheim tras ser extraditado desde EE UU. / AP
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Alemania juzgará al verdugo de Sobibor Larga cacería de la impunidad

El criminal nazi Iván Demjanjuk, de 89 años, ingresa en prisión tras ser extraditado por EE UU

| CORRESPONSAL. BERLÍN Actualizado: Guardar
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La última batalla jurídica que ha librado durante dos meses el presunto criminal nazi Iván John Demjanjuk en Estados Unidos para evitar su extradición a Alemania llegó ayer a su fin. Un vuelo especial trasladó al anciano, nacido hace 89 años en Ucrania, desde Cleveland hasta Múnich. Considerado por el centro Simon Wiesenthal como uno de los últimos verdugos de las SS con vida, fue sometido nada más llegar a una exhaustiva revisión médica y, a continuación, se le notificaron los cargos que pesan en su contra. Posteriormente, un juez decidió su ingreso en la cárcel de Stadelheim, la misma donde Adolf Hitler estuvo recluido en 1922.

Demjanjuk fue acusado formalmente en marzo pasado por la Justicia alemana de complicidad en el asesinato de al menos 29.000 prisioneros judíos en el campo de exterminio de Sobibor -actualmente Polonia-, donde trabajó como guardián desde el 27 de marzo hasta finales de septiembre de 1943.

Pero Demjanjuk niega, con vehemencia, haber colaborado con las SS y haber formado parte del pequeño ejército que decidió convertirse en guardianes -los temibles 'trawniki'- de los campos de concentración para poder salvar sus vidas. «Yo fue prisionero de los alemanes hasta 1944», clama el anciano, que logró emigrar a EE UU después de hacerse pasar por víctima del nazismo. Sin embargo, un organismo oficial germano descubrió una cédula que identificaba a Demjanjuk como guardián en Sobibor. El documento fue reconocido por la justicia como auténtico y se convirtió en la principal prueba para procesarle. Él siempre ha insistido en que su único cometido en el campo de exterminio fue trabajar como chófer.

'Iván el Terrible'

Según documentos archivados en el Servicio de Seguimiento Internacional de la Cruz Roja de Bad Arolsen, Demjanjuk logró ser reconocido como persona desplazada por el nazismo y antes de emigrar a EE UU, en 1952, vivió como un interno más en diez campos de refugiados. Y el mundo se olvidó de él hasta 1977, cuando la justicia estadounidense, alertada por el centro Simon Wiesenthal, que le identificó como Iván el Terrible -un sádico guardián del campo de concentración de Treblinka- abrió una investigación.

Cuatro años después, una corte le retiro la nacionalidad y en el año 1986 fue extraditado a Israel, donde fue condenado a muerte en 1988 por complicidad en el asesinato de 800.000 judíos. Pero cinco años más tarde, el Tribunal Supremo hebreo anuló la sentencia al comprobarse que el verdadero 'Iván el Terrible, también ucraniano y apellidado Martschenko, había muerto antes de finalizar la II Guerra Mundial. Demjanjuk regresó entonces a EE UU como un hombre libre y recuperó la nacionalidad. Pero su caso no sólo se mantuvo abierto, sino que Alemania inició un proceso de investigación que consiguió reconstruir su oscuro pasado como guardián de Sobibor.

A pesar de las pruebas que existen en su contra, todavía nadie sabe a ciencia cierta en el país germano si el anciano ucraniano podrá ser llevado ante un tribunal para responder por sus crímenes. Demjanjuk está casi inválido -se mueve en silla de ruedas-, sufre dolencias renales y padece de leucemia. En el supuesto caso de que sea declarado no apto para enfrentarse a un juicio deberá pasar el resto de sus días en Alemania.

La posibilidad de que no acabe en la cárcel hasta su muerte no entra en los cálculos de Thomas Blatt. A sus 82 años aún recuerda cómo consiguió escapar del campo de Sobibor y será el principal testigo contra Demjanjuk. «Deseo conocer la verdad y él debe confesar todo lo que sabe. Es el último culpable que ha logrado sobrevivir», declaró a la revista 'Der Spiegel'. «Los guardias fusilaban a todos los presos viejos y enfermos que ya no podían caminar. Ellos también empujaban a la gente desnuda en las cámaras de gas, a punta de bayoneta», rememora aún con emoción tras viajar a Alemania desde su residencia estadounidense de Santa Bárbara.

El centro Simon Wiesenthal no descansa en su larga cacería de criminales nazis. El organismo fundado por el hombre que logró sobrevivir al infierno de Matthausen, donde perdió a toda su familia, mantiene una lista con los nombres de los que deberían ser llevados ante un juez para responder por crímenes cometidos hace ya más de 65 años.

El más buscado de todos es Alois Brunner, considerado el brazo derecho de Heinrich Himmler y bautizado como «el ingeniero de la solución final» en Austria, donde fue el responsable de la muerte de unos 130.000 judíos. Brunner huyó de Alemania en 1954 y su rastro se perdió en Siria.

El centro también cree que Aribert Heim, el famoso Doctor Muerte, responsable de experimentos humanos en el campo de Matthausen, sigue con vida, a pesar de las evidencias que señalan que habría muerto en 1992 en Egipto, como revelaron reportajes de The New York Times y la cadena de TV alemana ZDF.

Desde ayer, el Simon Wiesenthal ha eliminado de su lista a John Demjanjuk, pero a cambio ha añadido a otros nueve supuestos criminales nazis, no tan conocidos como Brunner y Heim, pero con un pasado igual de sangriento.

En libertad

Uno es Sandor Kepiro, oficial húngaro que regresó a su país en 1996. A pesar de haber ordenado la muerte de 1.200 civiles en Novi Sad, la justicia desistió de llevarle ante un tribunal. La misma suerte corrió Milivoj Asier, un militar croata que participó activamente en la deportación de judíos, serbios y gitanos. Austria se negó a conceder su extradición.

Soerem Kam, ex miembro de la SS, vive tranquilamente en Baviera, mientras Karoli Zentai lucha en Austria por impedir su extradición a Hungría, donde se le acusa de haber participado en la eliminación de cientos de ciudadanos hebreos. Algimantas Dailide, ex jefe de la Policía secreta de Lituania durante la ocupación nazi, reside tranquilamente en Alemania desde 2004.