EE UU releva a su jefe militar en Afganistán tras un año en el cargo
La Administración Obama sostiene que «es necesaria una nueva forma de pensar»
Actualizado: GuardarOnce meses después de su llegada, el general David McKiernan abandona Kabul por la puerta trasera y con la investigación abierta del último bombardeo sobre dos aldeas al oeste del país que acabó con la vida de decenas de civiles. El Pentágono envía en su lugar al general Stanley McChrystal, hasta ahora director del Estado Mayor Conjunto, «porque es necesaria una nueva forma de pensar, un nuevo liderazgo», según declaró el secretario de Defensa Robert Gates.
Los medios estadounidenses califican al nuevo mando americano como un «experto en la lucha contra la insurgencia» y destacan su experiencia al frente de las fuerzas de operaciones especiales, unidades que jugaron un papel fundamental en Irak y que en el futuro próximo reforzarán su presencia en suelo afgano. McChrystal encabezó de 2006 a 2008 el Mando Conjunto de Operaciones Especiales, responsable de buscar y seguir la pista de líderes de la red de Al Qaida en Irak.
El relevo de McKiernan cierra el círculo que Barack Obama comenzó a dibujar con la designación del ex general Karl Eikenberry como nuevo embajador estadounidense en Kabul. Los rumores sobre la falta de sintonía entre McKiernan y Eikenberry eran constantes en los círculos políticos de la capital afgana y el relevo responde precisamente a que «el cambio de estrategia debe ir en sintonía con el nuevo embajador y el nuevo mando militar», según Gates. Además de ser el responsable de las fuerzas americanas, el general McKiernan era el comandante de ISAF, la misión internacional de OTAN de apoyo a Afganistán, que también sufrirá un cambio en su estructura de mando.
McChrystal, Eikenberry y Richard Holbrooke, el enviado especial de la Casa Blanca para el frente 'Af-Pak', serán a partir de ahora los encargados de hacer llegar el cambio prometido por Obama tras ocho años de guerra en los que la insurgencia no ha parado de crecer. Junto a ellos están en camino 21.000 hombres para reforzar una misión cuyo primer objetivo es «acabar con la presencia de Al Qaida», tal y como destaca una y otra vez el responsable de Defensa, Robert Gates, que visitó Kabul por primera vez la semana pasada.
Los primeros 8.000 marines están llegando a suelo afgano y, de momento, se están desplegando en las provincias que rodean a la capital aunque se espera que desciendan al sur en las próximas semanas. EE UU contará en breve con 57.000 soldados en esta misión en la que 675 hombres han perdido la vida desde su inicio, unas cifras muy alejadas de las de la campaña iraquí.
Fin de los bombardeos
El presidente Hamid Karzai pidió a su homólogo estadounidense el fin de los bombardeos en la reciente cumbre celebrada en Washington. Decenas de civiles -cincuenta según los americanos, el triple para los medios afganos- fallecieron la semana pasada en el oeste del país tras un ataque de la aviación americana que acudió a apoyar al Ejército afgano, pero ni EE UU ni la OTAN están dispuestos a renunciar a la que es su mejor arma. Las protestas se suceden en todo Afganistán, donde «una nube empieza a cubrir la labor de las fuerzas internacionales», advirtió Karzai tras la matanza.
Siguen cambiando generales, ya han pasado once al frente de ISAF desde 2001, pero el panorama no cambia. Todos, sin excepción, se han quejado amargamente de la falta de medios y de la necesidad de un mayor despliegue de fuerzas, dos peticiones que se maquillarán con la nueva estrategia Obama.