Chiringuitos y sin euros
Actualizado: GuardarYa vamos a tener chiringuitos. Eso es algo que está muy bien. Un tinto o una cerveza fresca a la sombra y junto a la mar océana siempre son agradables. Lo que es menester ahora es que el euro –en sus dos acepciones, levante y dineros– atienda las necesidades de los gaditanos. Y que les llene los bolsillos con su presencia. Así se puede acercar el personal más solidario para poner su granito en la lucha contra la crisis. Quedarse en casa no ayuda a la sociedad a superar este mal momento económico. No hace falta dejarse los cuartos en despilfarros, pero un platito de adobo y un par de cañas en el chiringuito se lo puede permitir cualquiera.
Aunque quien de verdad lo tiene que permitir es el euro. Y no por los billetes sean necesarios para adquirir bienes de consumo, sino el aire. El puñetero levante. Sopla enrabietado. La primavera del ocho ya fue levantera en abundancia. Parecía que no se iba a acabar nunca. Ni la primavera ni el viento. Marzo marceó y mayo también. Y este año ya estamos igual. Euro a diario, pero cada vez menos euros. No es de extrañar que las tiendas de peines hayan decidido reconvertirse a la lumbre de las ayudas a la reindustrialización y ahora atiborren sus estanterías de botes de laca. Y la calor que no llega. Ya me dirá usted para qué sirve el mes de mayo si no permite dejar en el ropero empotrado –de puerta desvencijada a los dos meses– toda esa ropa que esconde la carne. La cosa no está como para renovar el vestuario, según me ha dicho mi contable, pero el atuendo del año víspero servirá igualmente. El objetivo, en cualquier caso, es el chiringuito. Y hay que cumplimentarlo cuanto antes. Cada nuevo estudio aumenta las previsiones de paro. Al chiringuito antes de que sea tarde. Sin euro, pero con euros.