Sanción al merengue Pepe
| MadridActualizado:Si hay alguien que es un asno, se le debe decir: no sea usted asno, mejórese. Es un acto de compasión. A ver cómo le explico yo a mi sobrino de 12 años, magnífico lateral, que aún cree en el bona fide y el fair play, el espectáculo que protagonizó Pepe, en el Real Madrid-Getafe del 21 de abril. Una vez derribado un contrario en el área, lo agrede con puntapiés escalofriantes. A renglón seguido sacude un puñetazo a otro jugador que intercedía, etcétera. Yo estaba convencido de que estas cosas sólo las hacían los elefantes en defensa de su prole.
Los deportes competitivos convierten a los practicantes y a su amplísimo y obeso entorno -salvo honradas excepciones- en tramoyistas del dinero rápido, donde vale casi todo.
¿Habrá que incluir el fútbol profesional en la lista de espacios enviciados y brutales no aptos para menores?
Ethan y Pepe juegan en la misma posición, más o menos. Pero el niño deportista tiene la mirada y el corazón transparentes, no gana un céntimo, no concibe la mala fe competidora y lo único que reparte como lateral es el bocadillo, y tal vez con algún rival. Los que son como él duermen de un tirón. Los violentos y los entrenadores que los justifican, no. Me quedo con los que son como Ethan.