García Montero defiende la literatura como espacio público
El poeta reivindica la lectura como «sinónimo de modernidad» y llama «antiguos» a los que «no creen en los libros, como en la Edad Media»
| CÁDIZActualizado:García Montero, maestro en la contestación estética e ideológica, intelectual avezado en el peligroso arte de llevar la contraria, insiste en que no aguanta dogmas simplistas ni imposiciones totalitarias. Su compromiso con la libertad, en toda la amplitud del término, no conoce ataduras, ni distingue entre nombres y siglas, sino que se formaliza, casi de manera refleja, frente a los discursos que considera unilaterales, autistas, infecciosos o sencillamente idiotas. Entre sus enemigos están los tópicos aceptados, «que casi nunca son casuales». Como ese, especialmente perverso, que ridiculiza la lectura como una afición «pasada», o «propia de unos cuantos» bichos raros. Ayer, en el magnífico pregón con el que abrió la Feria del Libro de Cádiz 2009, regaló algunos argumentos de peso que «llevar a mano» para defenderse de esas embestidas propias del pensamiento único. Previamente también brilló por su originalidad la presentación de José Manuel García Gil.
«Leer impide la santificación del egoísmo, porque el texto literario es un ejemplo de espacio público, de punto de encuentro en el que dialogamos no sólo con el autor, sino con todos aquéllos que han compartido las mismas páginas», explicó. Para García Montero, la lectura «invita a recuperar la humanidad», ya que «cada vez que nos identificamos con personajes, sentimientos o valores que transmite la palabra escrita, estamos más cerca de nosotros mismos y también de los demás, porque eso nos une». «Leer es una actividad infrecuente, pero no extraña», recalcó. «Y además es, contra lo que vienen pregonando los falsos adalides de la modernidad, muy útil, porque la buena literatura es la que te enseña a pensar, al menos, tres veces». «Los antiguos son los que desprecian los libros, porque se sitúan en la Edad Media». Para el poeta, «cuando hablamos espontáneamente, sin reflexionar, cuando sólo pensamos las cosas una vez, solemos repetir como loros lo que hay en el ambiente, caer en lugares comunes».
«Cuando pensamos lo que vamos a decir dos veces, tendemos a decir lo que nuestro interlocutor quiere escuchar, ser políticamente correctos, traicionarnos. Sólo cuando lo hacemos tres veces apelamos a nuestros principios, a nuestros valores, y expresamos nuestra verdad», desgranó. Tras glosar su larga relación con la Bahía, que conoció de la mano de Rafael Alberti, cerró su intervención con la lectura de un poema del portease. «Como veis la lectura también sirve para que la voz de alguien pueda llegar a nosotros incluso por encima de la muerte».
Su intervención mereció un larguísimo y sentido aplauso.