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Promesa de lealtad

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L a toma de posesión de Patxi López como lehendakari en las Juntas Generales de Vizcaya y ante el Árbol de Gernika fue ayer un acto especialmente emotivo para quienes viven la alternancia al frente del Gobierno de Euskadi como un rasgo de salud democrática y como una oportunidad para corregir cuanta insensibilidad han podido mostrar las instituciones vascas hacia las víctimas del terrorismo y el mensaje de exclusivismo que, expresa o subliminalmente, ha podido transmitir el nacionalismo hasta ahora en el poder. Además, Patxi López no sólo modificó en sentido laico la fórmula empleada en octubre del 36 por José Antonio Aguirre, distanciándose de la mención a las creencias propias para comprometerse con el leal desempeño de sus funciones institucionales. Desacralizó también éstas, "desde el respeto a la ley", procediendo a la promesa formal ante un ejemplar del Estatuto de Autonomía y recordando que, como lehendakari, le corresponde la representación ordinaria del Estado en Euskadi. A partir de este momento la sociedad espera la pronta constitución del nuevo Ejecutivo autonómico y el anuncio de las primeras medidas que López impulse al inicio de su mandato.

Un discurso inadmisible en un partido que ostenta una gran responsabilidad institucional y la obligación de transmitir a sus bases sociales mensajes de aceptación de las reglas del juego. La estentórea retirada de Juan José Ibarretxe de la vida política puede aportar un mínimo de sosiego tras las graves acusaciones vertidas por él contra el Ejecutivo entrante. Pero todo dependerá de la capacidad que demuestre el partido de Urkullu para asimilar el revés político sufrido y encauzar sus aspiraciones por la vía de una oposición franca pero no corrosiva.