Los desafíos del Papa

B enedicto XVI inicia hoy el viaje más difícil de su pontificado con un periplo por Oriente Próximo, un territorio en el que la política y la religión se entrecruzan de una manera tan poliédrica y explosiva como no se da en otras partes del mundo.

El Papa se enfrenta, además, a una caída de su imagen y autoridad por determinadas iniciativas y declaraciones. Se trata, también, de una oportunidad para superar la crítica de un pontífice intelectual «sin perspectiva diplomática», tal y como se le ha reprochado. Sus mensajes van a ser mirados con lupa.

Una de las etapas más complejas será la de Israel, con un Gobierno de ultraderecha en el poder, con unos asentamientos que no paran y con las heridas, todavía sin cerrar, de la última ofensiva del Ejército hebreo en la franja de Gaza, donde perdieron la vida más de 1.300 palestinos. El Santo Padre va a hablar de reconciliación y su capacidad de interlocución debería ser aprovechada para desbrozar el camino de la paz en una tierra que se desangra.

O, por lo menos, para desbloquear una situación en la que el mismísimo Obama no termina de encontrar la 'hoja de ruta' más adecuada.

Avanzar en el ecumenismo, en el diálogo entre las religiones, es otro de sus retos. Tanto con los musulmanes como con los judíos, aunque las relaciones con estos últimos las ha cultivado mucho y mejor. La rehabilitación, luego denostada, del obispo que niega la existencia de las cámaras de gas, supone otro obstáculo para aplacar las tensiones con el judaísmo. Lo mismo que el contencioso sobre Pío XII, todavía sin resolver.

El Papa visitará en Jerusalén el Memorial del Holocausto, pero no entrará en el museo donde una placa cuestiona la figura de su predecesor, acusado de haber mantenido un «silencio» cómplice sobre el exterminio de los judíos.