Patxi López, ya 'lehendakari'.
ESPAÑA

Patxi López promete ser lehendakari «desde el respeto a la ley»Lágrimas y versos

El PNV evita aplaudir al presidente vasco y critica el nuevo ritual

| COLPISA. GERNIKA COLPISA. GERNIKA Actualizado: Guardar
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Poco después de las once y cuarto de la mañana de ayer Patxi López se convirtió en el sexto lehendakari de Euskadi y el primero no nacionalista. El líder socialista prometió su cargo «desde el respeto a la ley», y junto a la Presidencia del Gobierno vasco asumió su condición de «representante ordinario del Estado» en Euskadi. Unos detalles nada inocuos porque los gobernantes del PNV obviaron siempre la primera referencia y aludieron a la segunda de forma subrepticia.

Se esperaban cambios y los hubo en la ceremonia de toma de posesión del lehendakari en la Casa de Juntas de Gernika. Patxi López prescindió de la frase «ante Dios humillado» que encabezó los juramentos de los gobernantes vascos anteriores, y cambió la alusión a los «representantes del pueblo vasco» por «representantes de la ciudadanía». Introdujo «el respeto a la ley» como condicionante para desempeñar su cargo, algo que nunca mencionó Ibarretxe en sus tres tomas de posesión ni tampoco sus predecesores, porque el PNV está encastillado en que la Constitución no obtuvo el sí de los vascos en el referéndum de 1978.

Impasibles

Unas novedades que, como era de esperar, no gustaron a los nacionalistas, que asistieron impasibles a toda la ceremonia y en ningún momento aplaudieron. Un botón de muestra del malestar del PNV, no ya con el relevo sino con las formas, apareció en un artículo publicado por el senador Iñaki Anasagasti, en el que sugirió que López prometiera «ante el PP humillado, en pie, pisoteando mis promesas electorales». El líder del partido, Iñigo Urkullu, no asistió a la ceremonia, pero en un acto en Bilbao avisó de que los nacionalistas estarán vigilantes en las instituciones para que el PSE y el PP «no cometan ningún desmán en este país».

Aunque más agria, si cabe, fue la actitud de los diputados de Aralar, que tampoco aplaudieron y se quedaron en sus asientos cuando López prometió el cargo. Su portavoz, Aintzane Ezenarro, denunció que «el Gobierno frentista ha desembarcado en Gernika acompañado de la armada española», pese a que por allí no se vio a ningún almirante aunque sí estaban los mandos de la Guardia Civil, la Policía y el Ejército de Tierra.

El nuevo lehendakari, sin soltar la 'makila' (bastón de mando) recibida de manos de Ibarretxe, no quiso hacer comentarios políticos en aras de no embarrar la solemnidad y prefirió relatar que, al margen de emocionado, se había sentido «más desnudo que nunca» en medio de toda la parafernalia que rodeó el acto.

Allí estaban, además de Ibarretxe y sus ya ex consejeros, los vicepresidentes primero, María Teresa Fernández de la Vega; y tercero, Manuel Chaves -recibidos con aplausos y pitos por la gente agolpada a las puertas de la Casa de Juntas-; la ministra de Ciencia, Cristina Garmendia; el presidente del Senado, Javier Rojo; los presidentes de Castilla y León, Juan Vicente Herrera; Castilla-La Mancha, José María Barreda; Aragón, Marcelino Iglesias; Cantabria, Miguel Ángel Revilla; La Rioja, Pedro Sanz; y Asturias, Vicente Álvarez Areces.

En Gernika hubo división de opiniones a la hora de los aplausos, pero no a la hora de las lágrimas. No fueron pocos los socialistas, sobre todo viejos militantes de base, que lloraron, aunque la palma se la llevó Maite Pagazaurtundua, que tuvo que salir del recinto para esconder el llanto. Pero también entre algunos nacionalistas afloraron las lágrimas. Mismos lloros, pero distintos motivos.

El líder socialista, además de prescindir de la simbología religiosa, quiso imprimir un sello de modernidad al acto con la presencia del oboe en la interpretación del 'aurresku' de honor o con la promesa del cargo sobre un ejemplar de Estatuto de Autonomía, en lugar de la Biblia del siglo XIX, con tapas de acero y sin costuras de encuadernación para recordar que es un texto abierto susceptible de ser transformado.

Y en vez del discurso de rigor, Patxi López leyó dos poemas del vasco Kirmen Uribe y de la premio Nobel polaca Wislawa Szymborska. El de esta última tuvo un simbolismo especial pues sus tres últimos versos decían: «Verás como la paz se fragua / aunque seamos distintos / como son dos gotas de agua».