López se estrena con una oferta de diálogo al PNV
El líder socialista, elegido 'lehendakari' con los 39 votos de PSE, PP y UPyD, se compromete a luchar «día a día» contra ETA
| COLPISA. VITORIAActualizado:El socialista Patxi López fue investido ayer lehendakari del Gobierno vasco con los 39 votos previstos: los 25 de su partido, los 13 del PP y uno de Unión, Progreso y Democracia (UPyD). En su discurso, el candidato del PSE ofreció una y otra vez a todos ellos y a los que no le apoyaron consenso, diálogo y pacto. Una oferta que tuvo como destinatario prioritario al PNV. A los populares, que han posibilitado su investidura, se esforzó en agradecerles expresamente su respaldo. Fue su forma de demostrar que su compromiso de huir de la política frentista es serio y no constituye una fórmula retórica.
El Parlamento de Vitoria vivió ayer una jornada que, seguramente, recogerán los libros de historia. Por primera vez en 73 años, un candidato no nacionalista, socialista para más señas, se convirtió en presidente del Gobierno vasco. Lo hizo con el mismo discurso que ha mantenido desde que asumió el liderazgo del PSE hace nueve años: diálogo, pacto y consenso para construir Euskadi «entre todos» y enterrar «los viejos discursos separadores de los nuestros y los otros». Ha llegado la hora, proclamó, de hablar de «nosotros».
Patxi López, en una larga intervención de hora y media, desgranó un plan de gobierno construido con el cemento de «la voluntad de convivir, de superar nuestras legítimas diferencias y de llegar a acuerdos». Para crear ese clima es necesario que «podamos convivir sin renunciar cada uno a su elección» y sin «imponer» nada a nadie. Se trata, precisó, de que «los socialistas, los nacionalistas o los que no sean ni lo uno ni lo otro» reivindiquen sus valores sin agresiones a los otros. Y, aunque parezca una obviedad, garantizó que su Ejecutivo nunca propondrá «un modelo oficial de qué ser y cómo ser», algo que el Gobierno de Juan José Ibarretxe buscó al identificar vasco con nacionalista.
El líder socialista ofreció su «mano tendida» para pactar a todos los grupos parlamentarios y agentes sociales, pero «con particular énfasis» al PNV, que será «el principal partido de la oposición». Este guiño no fue óbice para que López clavara algún rejón a la estrategia soberanista de los nacionalistas. «No tengo intención -dijo- de vender frustraciones a este país como si fueran trofeos políticos, no convertiré el desacuerdo con el Gobierno de España en motivo de orgullo ideológico». Una referencia explícita al rechazo del plan Ibarretxe por el Congreso y a la anulación del referéndum por el Tribunal Constitucional, reveses que Ibarretxe presentó como prueba de la inquina de España hacia Euskadi.
Primera obligación
El lehendakari, aunque no tomará posesión del cargo hasta mañana en Gernika, también se puso deberes para los próximos cuatro años, y entre éstos colocó en primer lugar acabar con el terrorismo. «Será mi primera obligación, mi primer empeño» y en esa tarea «seré el primer lehendakari que estará día a día frente a ETA», subrayó. Pero no quiere estar solo en ese reto y reclamó «el apoyo» del Parlamento vasco para «diseñar una estrategia antiterrorista compartida por todos».
También bajó a la arena de la rutina diaria contra el terrorismo y garantizó «recursos» y, sobre todo, «apoyo político» a la Ertzaintza en esa lucha. Ese respaldo, prosiguió, irá acompañado de la «necesaria deslegitimación social en todos los ámbitos» de ETA y sus grupos afines, algo que es una exigencia «clamorosa» de la sociedad vasca. Recordó que su futuro Ejecutivo «ha sido expresamente amenazado» en el último comunicado de la banda, pero será una coacción en vano, destacó, porque no permitirá que un «Gobierno legítimo sea chantajeado» por unos terroristas.
Patxi López no dejó pasar la oportunidad de homenajear en su intervención, a las víctimas de ETA, puesto que Euskadi no puede construirse «sobre el olvido, sino sobre la memoria» de quienes fueron asesinados. También exaltó el valor de las miles de personas amenazadas, cuya actitud, «muchas veces en soledad absoluta», es «un ejemplo de heroísmo ciudadano para los vascos y para todos los demócratas».
El autogobierno será para el próximo presidente del País Vasco el segundo eje de su gestión, y lo será de la mano del Estatuto de Gernika, arrinconado por el PNV en la última década. Ese texto es un «marco de convivencia democrática» y debe ser «punto de encuentro» para todos, en lugar de «otras aventuras que dividen y enfrentan», subrayó con la mente puesta, obviamente, en el denominado plan Ibarretxe.
Indicó López, en este sentido, que pretende dar un empujón al desarrollo estatutario y, como primer paso, anunció la inmediata negociación del traspaso de las políticas activas de empleo. El siguiente será «reforzar el marco de autogobierno», una forma de plantear la reforma del estatuto sin mencionarla de forma expresa, por los recelos que despierta por motivos opuestos en el PP y el PNV.
El líder socialista también pisó el proceloso charco de la política lingüística, manzana de la discordia entre nacionalistas y no nacionalistas, para proponer la meta de un «bilingüismo integrador» en el que tanto el castellano como el euskera sean las lenguas vehiculares en la educación. Anunció, en consecuencia, que su Gobierno derogará, «por haber surgido fuera del consenso», los últimos decretos del Ejecutivo de Ibarretxe que sólo concedían el carácter vehicular al euskera.
Patxi López cerró su discurso con un recuerdo familiar. Evocó su condición de «hijo y nieto» de trabajadores y citó a su padre Eduardo, 'Lalo', ajustador en los astilleros de La Naval; a su abuelo paterno, Emilio, que quedó ciego en Altos Hornos, y a su abuelo paterno, marino mercante. Fue el «ejemplo y compromiso político de mi familia, su lucha por la libertad, por la democracia y los derechos de los trabajadores» lo que «me ha traído hasta aquí», concluyó.