«Algunos amigos temen quedar con nosotros»
Actualizado: GuardarTeresa Cordero tiene 22 años y desde que volvió de Cancún comienza a recibir noticias sobre la gripe A como una avalancha. «Cuando estábamos allí no éramos conscientes de todo lo que estaba ocurriendo, yo creo que se está alarmando demasiado», considera. En la zona turística en la que se encontraba el hotel llegaba la información con cuenta gotas, «sólo por lo que nos decían nuestros familiares».
La estudiante asegura que a la llegada se esperaba un amplio dispositivo de control en Barajas, pero nada de eso. «Nos tomaron los datos y poco más», explica. Tras la recomendación de la UCA, «exagerada» a su parecer ya que ninguno presenta síntomas, cuenta que hay amigos que temen quedar con ella. «No tienen toda la información y lo comprendo, aunque para nosotros es muy incómodo».
Teresa, como el resto de sus compañeros, estudia la forma de reclamar los días que no disfrutaron en la Riviera Maya. El aviso les llegó por sorpresa y exigen una explicación que aún nadie les ha dado. «A día de hoy no sabemos si fue una decisión del país, de la empresa o del hotel, ninguno nos ha dicho nada».
Por el momento no va a acudir al médico, porque no se siente mal. «No he estornudado siquiera». En casa hace vida normal, sigue las recomendaciones que le dieron en el avión, pero sale a la calle y queda con sus compañeros. «Creo que si fuera tan grave como lo pintan habría más controles».
Manuel estaba ayer en una cafetería redactando junto a sus compañeros la reclamación para la agencia. Recuerda que cuando volvieron a Madrid el pasado sábado «nadie vino a recibirnos ni a explicarnos nada». La sensación fue de desamparo y de ventanilla en ventanilla consiguieron que los pusieran en una lista de reserva para un vuelo de vuelta a Jerez. «Teníamos el nuestro para el lunes, pero había que cambiarlo por nuestra cuenta porque nadie se hizo cargo de nada».
Manuel cuenta que en el aeropuerto la gente se alejaba al saber que venían de México. Incluso en el avión de Madrid a Jerez algunos cambiaron de asiento al oírlos comentar anécdotas del viaje. «Nos lo hemos tomado bien porque sabemos que la gente está asustada, se ha alarmado demasiado».
En todo momento insiste en que se encuentran perfectamente. «Estábamos a mil kilómetros del foco de infección y lo sabíamos antes de subir al avión, pero nos dijeron que si lo anulábamos perdíamos el dinero».
El importe de las vacaciones rondaba los 1.000 euros y no le dieron opción. El anuncio de la posible epidemia se había hecho un par de días antes y cinco de sus compañeros no se subieron al avión. «Al llegar había gente que no se sentía muy segura, pero comenzamos a pasarlo bien y nos olvidamos de lo que pasaba, luego llamaba algún familiar y nos asustábamos», recuerda.