Solamente quedaban algunos rezagados ayer por la tarde en Jerez. / J. FERNÁNDEZ
Jerez

«No volveremos a Jerez»

La eficacia del dispositivo de seguridad contrastó con un ambiente motero algo desinflado que dejó a muchos con un mal sabor de boca

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Pilas y pilas de vallas ordenadas en las calles eran ayer el vestigio de la ya extinta Motorada, que no se ha caracterizado precisamente esta vez por registrar una mayor afluencia de visitantes sino más bien al contrario. En el centro de Jerez -de nuevo abierto a los motoristas tras dos años de cierre- y la avenida Álvaro Domecq, que otros años ha vivido los momentos álgidos de la fiesta nocturna, ha predominado la tranquilidad, quizás demasiada desde el punto de vista de los hosteleros. La crisis o las restricciones parecen haber calado en el Gran Premio.

Al igual que en las dos últimas ediciones, la movida motera se ha reproducido en las avenidas de Arcos y Europa, además de en sus inmediaciones. Fue en estos lugares donde más se quemó rueda a pesar de que tampoco se alcanzó el nivel de otros años. Los comerciantes de la zona notaron este descenso de la actividad, que dieron al traste con las precauciones tomadas: «Toda la plantilla está trabajando este fin de semana pero el viernes y el sábado han sido bastante tranquilos. Sí que hemos notado muchas más gente en la mañana de hoy (por ayer)», indicaron ayer los empleados de la gasolinera On The Run, junto a Piscinas Jerez. «El año pasado hubo mucho más trabajo el sábado. Con las restricciones se han cargado el ambiente motero», continuaron.

Esta opinión parece haber calado no sólo entre los trabajadores y propietarios de muchos negocios sino también entre los visitantes que incluso se plantean no incluir el Gran Premio de España de Motociclismo entre sus desplazamientos: «El ambiente está muy mal. Nos tratan como si todos fuéramos unos criminales», aseguraron ayer tres de estos moteros que se han hecho cientos de kilómetros para llegar hasta Jerez y que vuelven a casa decepcionados: Antonio Manuel Lozano, Miguel Ángel Pajuelo y Juan Antonio Casado.

De hecho, estos tres visitantes procedentes de Badajoz aseguraron que «el próximo año no volveremos. No tenemos que pagar justos por pecadores porque solamente venimos a disfrutar del ambiente y a pasarlo bien». Los tres -dos de ellos han sido incondicionales de la cita con Jerez desde 1991- estuvieron de acuerdo en que hay que buscar alternativas para que resurja la movida de la ciudad durante el Gran Premio: «Deberían habilitar un espacio determinado para el que quiera ir con su moto. Eso sí, al que cojan fuera de ese recinto haciendo el gamberro, que lo multen». Mientras veían la competición de motociclismo por televisión -no pudieron vivirlas en el Circuito este año- discutían sobre la conveniencia del amplio dispositivo de vigilancia y control puesto en marcha en la ciudad: «El Gran Premio es el agosto de los hosteleros de Jerez y así lo van a perder».

Mal día para el fútbol

Aunque para Juan Jesús Ramos, del bar J. T. Rubio (avenida de Arcos), el balance del fin de semana es positivo, la celebración del Real Madrid-Barcelona la tarde del sábado interrumpió la fiesta motera. «El fútbol nos partió en dos. Lo tenían que haber jugado hoy (por el domingo) en vez del sábado», aseguró.

Este establecimiento ha recibido «a más gente que el año pasado porque ya nos conocen y vienen aquí». Ante la previsión de que esto podía suceder -como así ha ocurrido, afortunadamente- el bar se abasteció del doble de víveres de lo habitual. «Estamos trabajando a tope y hoy (por ayer) esperamos que vengan cuando acaben las carreras. Estaremos atendiendo hasta las ocho de la tarde, como el año pasado», recordó.