Las motos de la discordia
Cuando el rugido de los motores ya se deja notar en la ciudad, los jerezanos dan su opinión de la motorada
| JEREZ Actualizado: GuardarAcercarse al centro de Jerez en estos días pone en común ideas e intenciones. Una pregunta surge entre todos los viandantes como partida del debate. ¿Esperan los jerezanos, como agua de mayo, la motorada cada año? La voz del ciudadano no se silencia, muy variada y para todos los públicos.
Un señor va por plena calle Larga. Mira las balconadas de la calle y parece no tener prisa. Al preguntarle nos comenta que «a mí, personalmente, ni me va ni me viene todo ese rollo de las motos. Ya ves, hijo. Tengo sesenta y tres años. Yo ya no estoy para motos. pero bueno, si algunos se benefician con los negocios pues me parece bien». Más allá hay un corrillo de señores que charlan gratamente. «Nada, nada. A mí me ponen de los nervios. Yo las quitaba, te lo juro. Y para colmo, mi hijo que tiene su motito se va por ahí toda la noche. Y no veas las duquelitas que yo paso hasta que no lo veo entrar. Es muy peligroso», sentencia una de ellas. Sus contertulias asienten y dan la razón.
Un joven parece que viene de clase. «A mí me gustan las motos. Eso es todo», declara. Tajante y directo. Detrás, hay un camarero que está pendiente a las mesas. Nos comenta que «siempre es positivo que se hagan cosas en Jerez. Esta ciudad está demasiado muerta como para que dejemos escapar la oportunidad de hacer negocio. Quizá sean ruidosos los moteros, pero al final dejan unos buenos euros en Jerez que es lo que importa», aclara.
El caso es que parece que hay opiniones para de todos en la viña del Señor. Finalmente, una pareja joven también parece pasear tranquilamente. Los dos se muestran amables a la hora de contestar. «Pues nosotros iremos el viernes por la tarde a comprar víveres, nos meteremos en casa y no volveremos a ver la luz del día hasta que llegue el lunes por la mañana. Y lo haremos el lunes porque hay que trabajar. Nos asusta un poco todo este lío de las motos y el ambiente. Así que preferimos recluirnos en nuestro nido de amor», afirman. No está mal pensado. Gracias a las motos, algunos llegan a conocerse mucho mejor.