«Jerez ya no mola»
Actualizado: GuardarAdmitámoslo: Jerez ya no es lo que era y el paraíso motero ha pasado a convertirse en un pseudoescenario descafeinado y algo decepcionante para muchos de los aficionados. En mi época de adolescente (y no piensen mal, que no hace tanto tiempo de eso), la llegada de las motos se vivía con una pasión desmedida y la ciudad se entregaba en cuerpo y alma al mundo de las dos ruedas. El evento era esperado con ilusión y unas expectativas enormes por profesionales del turismo y el sector servicios, amantes del deporte y toda la ciudadanía en general, que hacía cola para acudir a las gymkhanas y observar las piruetas de los motoristas.
Por la noche, los visitantes abarrotaban bares, conciertos y todas las actividades que se desarrollaban en torno a ellos, que desembarcaban en masa en la Feria cuando el Gran Premio coincidía con el inicio de la fiesta jerezana por excelencia. Aunque el ambiente motero es algo que obviamente no puede gustar a todos, bien merecía el sacrificio ciudadano por un fin de semana en aras de una propaganda y unas inmejorables ganancias económicas para toda la ciudad y su entorno.
En unos pocos años, sin embargo, ese derroche de espectáculo ha perdido todo el gas hasta el punto de que la presencia motera se ha tornado en casi en una mera anécdota. Eso sí, hay cosas que no cambian, y los bolizas (como dice mi primo) que aprovechan sus scooters tuneadas para hacer el caballito continúan viviendo la motorada con su particular intensidad, sin olvidar a las cazamoteros que buscan cualquier recoveco para hacerse notar y pillar cacho. No sé si serán las restricciones de otros años las que han acabado espantando a los aficionados en beneficio de otras localidades, pero lo cierto es que se acabó la gallina de los huevos de oro y, como decía un motero en el telediario, «Jerez ya no mola».