ANÁLISIS

Tejela se la juega y triunfa en sevilla

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S alió con ambición Matías Tejela. Como si se jugara todo y más que nunca en esta baza de Sevilla. Y ganó la partida. Le sonrió la suerte. Todo lo que la suerte pueda sonreír cuando es cosa de toros. Puro azar: un lote relativamente propicio. No sencillo. Un tercero que fue, de todos los toros de Fuente Ymbro, el más formal, el que más duró sin apuntar a las tablas, querencia común a los seis jugados. O siete, porque el sexto bis, el del éxito mayor, era sobrero.

Un toro descarado pero no cornalón, remangado y astifino, estrechas las sienes. Bajo, largo, serio. Con muchos pies, agresivo, revoltoso, con la sobresaliente viveza que aporta el temperamento. De cuello largo y elástico, que sirvió lo mismo para descolgar que para asestar gaitazos, porque, como tantos toros temperamentales, éste fue muy díscolo. Y pegajoso. Costaba ponerse, aguantar, embrocarse y sujetarse para ligar sin perder pasos ni echarse el toro para afuera despidiéndolo. Pero esta vez apareció el Tejela bravo. Puro corazón. Y su gusto, su expresión y su buen sentido del toreo, que no son de ahora precisamente. Ese sentido resultó fundamental: para librar, por ejemplo, con obligados de pecho extraordinarios dos o tres ataques feroces que resolvían tanda; para enganchar por delante la mayoría de las veces, no todas, y, sobre todo, para templar embestidas que fueron, por la mano derecha, perdigonazos picantes y, por la izquierda, sacudidas celosas. Dos leznas afiladísimas no animaban a meterse con el toro tanto como lo hizo Tejela. Pero se animó el torero de Alcalá. Sin cansarse ni ceder, improvisando lo indecible, pues el bélico espíritu del toro y sus ataques tan a ráfagas no dejaban ni pensar.

La faena, igual que el estilo del toro, tuvo algo de toreo antiguo. Del de los vídeos de los años cincuenta. Con rebañones del toro, uno de los cuales le arrancó a Tejela la muleta de las manos y al tiempo le arreó a la barbilla un pitonazo. Faena sin tregua ni pausas, porque no consentía el toro. Y de emoción intensa y creciente. La banda se arrancó con el "Churumbelerías" y tuvo el detalle de no plantarse en el momento del desarme. Sin ser breve, como suelen ser las buenas faenas de Tejela, ésta lo pareció. Por el grado de tensión. Muy firme el torero, encajado cuando y cuanto se pudo. Una gran estocada. Grande el triunfo también.

Para Tejela estaba la tarde, y eso fue el azar. El sexto, devuelto por cojera, pareció de muy buen son. Y son tuvo también el tercero, sólo que cobró un puyazo desafortunado en la paletilla y lo acusó. Y acusó, además, un volatín interminable, con el cuerpo entero a pulso.