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Un guardarropa solidario
El mercado de la ropa de segunda mano para obtener fondos se adapta a la crisis económica, ahora tienen menos donaciones y más clientes
| EL PUERTO Actualizado: GuardarLa estrechez en la economía de muchas familias se nota en todos los ámbitos. Un buen referente que sirve para medir esta situación es el mercado de la ropa reciclada. El cambio de estación, el paso del invierno a la primavera, viene marcado por un ritual en la mayoría de las casas, el de cambiar los armarios. Se guardan los jerseys y las chaquetas, las rebecas de lana se arrinconan en cajas debajo de la cama o encima de los armarios y las botas y leotardos quedan desterrados hasta el próximo año. Muchas veces se guardan prendas que se sabe que nunca más se vestirán, pero también pueden ser donadas, entregadas a asociaciones que se dedican al reciclaje de ropa. Y ahí esa prenda inicia un largo recorrido hasta llegar a manos de un nuevo dueño. Así empieza a moverse el mercado de la ropa de segunda mano
En El Puerto hay dos asociaciones benéficas que se dedican a la venta de ropa reciclada, y las dos han notado cambios en la actividad desde que empezó la crisis.
Por un lado, Madre Coraje señala que han recibido entre 10.000 y 20.000 kilos menos de donaciones de prendas de los que recibieron en años anteriores. Patricia Lalor, delegada de la ONG en El Puerto, señala que «la gente ahora estira más los vestidos, cose los pantalones, recose las camisas y lo aprovecha todo hasta que ya no puede sacarle más partido». El reciclaje de ropa es la principal actividad de la delegación portuense de Madre Coraje, y desde hace 11 años cuenta con un puesto en el mercadillo de los martes, y desde hace seis con una tienda, que ahora está ubicada en la calle Crucero Baleares y abre sólo por las tardes.
El año pasado, esta entidad recogió 92.300 kilos de ropa, cuyos usos fueron diversos: la más estropeada se deshecha, aquella que llega con etiqueta se envía a Perú, otra es vendida por ellos mismos, y por último, algunas bolsas no se abren y son enviadas a Jerez, donde se venden a comerciantes que poseen un negocio de ropa de segunda mano. Esta venta al por mayor hacia minoristas del mercado de la ropa usada de toda Andalucía que van hasta Jerez supuso para la delegación portuense unos ingresos de casi 31.300 euros.
Tanto este dinero como la caja que se hace en los puntos de venta directa de Madre Coraje en El Puerto, en la tienda o en el mercadillo, se destina mayoritariamente a fondos propios para proyectos de ayuda humanitaria en Perú, aunque una pequeña parte, en torno al 15% es para autofinanciación de la delegación local.
Según Milagros Tejada, la responsable del reciclaje de la ropa en Madre Coraje, «nosotros también vendemos menos con la crisis, antes se hacían hasta 400 euros en una semana, y ahora varía entre los 150 y 200 euros». La propia Tejada admite que esto es sorprendente porque lo lógico sería que «la gente que llega a final de mes más justa pasara de comprar género nuevo a comprar ropa de segunda», pero cree que no es así porque «aunque viene más gente, acaba por comprar menos cosas, los que compran son la misma clientela fija de antes».
No obstante, la experiencia en el mercado de la ropa vieja de la asociación Nueva Bahía es algo diferente. Esta ONG que también recoge ropa usada y la vende en su puesto en el mercadillo de los martes asegura que ahora hace «mucha más caja desde que empezó la crisis, ahora se alcanzan los 200 euros casi todas las semanas, cuando antes difícilmente llegábamos a los 100», señala la vicepresidenta de la organización, María José Vázquez. Esta responsable estima que los compradores han aumentado en torno a un 30% desde finales del pasado año, cuando comenzó la crisis económica.
Esta entidad también recibe la ropa por donaciones, y la parte de ella que se lleva al mercadillo ha sido previamente clasificada y tratada, mandada a lavar y planchar. Los ingresos que esto genera se utilizan como fuente de autofinanciación para la ONG, aunque apenas supone entre un 5 y un 8% del presupuesto anual de Nueva Bahía.
Otra parte de la ropa que llega a Nueva Bahía, la mayor parte de hecho, es a la vez donada a otras personas a través de un sistema de vales semanales. También en esta parte del circuito, Nueva Bahía ha visto cómo aumentaban las peticiones según la crisis económica se acentuaba. El presidente de la entidad, Manuel Moreno, señaló que «en torno a 30% más de gente viene al ropero para llevarse cosas de primera necesidad». Desde la asociación explican que arriba se encuentra el local de otra organización, Sol y Vida, en el que los indigentes se duchan y a veces bajan a Nueva Bahía para llevarse ropa limpia.