Edgar, el paciente cero
Un niño mexicano de cinco años, ya curado, es identificado como la primera persona contagiada del nuevo virus El país sólo confirma 7 muertos por el mal
| MÉXICO D.F. ENVIADA ESPECIAL Actualizado: GuardarCon sus escasos cinco años, Edgar Hernández no entiende lo que sucede a su alrededor. En algunos medios le llaman «el niño milagro», y para los expertos es «el paciente cero», el primer ser humano que fue infectado de la epidemia de fiebre que tiene a México y al mundo entero sobre ascuas.
Ayer Edgar, que se curó a base de amoxicilina y paracetamol (antibióticos y aspirinas), jugaba como si nada con su hermano de tres años con el balón nuevo que le regaló el gobernador del estado de Veracruz, Fidel Herrera, quien rechaza el sambenito de que aquí esté el origen del brote. En el Ayuntamiento dicen que todo se originó al otro lado de la frontera, en California. Allí, a sólo ocho kilómetros, se encuentra la empresa Granjas Carroll, un criadero de cerdos que, cuando sopla viento del norte, trae olores insufribles.
El padecimiento de Edgar coincidió con el de otros cientos de personas que, desde el 19 de marzo, sufrieron un atípico brote de gripe en este poblado polvoriento y desértico de poco más de 4.000 habitantes. Los vecinos estaban molestos y preocupados porque decenas de niños y también algunos adultos enfermaron. Dos bebés murieron. El médico local hizo lo que pudo, recetar paracetamol y mandarlos a sus casas. Entonces nadie hablaba de gripe porcina. Se tomaron 25 muestras y sólo una resultó positiva.
Edgar dio positivo. Pero ya está «muy bien». Su madre, María del Carmen Hernández, reconoce que hasta ahora no sabía que tuvo la infección con la que se vinculan los siete muertos oficiales y otros 152 sospechosos que han contabilizado las autoridades desde que el jueves se reconoció oficialmente su existencia.
Las voces de la madre
«Todo el mundo me decía que tenía una gripe, pero, la verdad, yo lo veía muy raro. Empezó por la mañana y por la tarde tenía 38 grados y decía que le dolía todo el cuerpo. Al otro día lo llevé al Centro de Salud y ahí me dijo la doctora que no me preocupara, pero el mismo día llegaron unos doctores y le pusieron unas inyecciones y eso ayudó a que mejorara», dijo. Según la mujer, «apenas el sábado me enteré que tenía la influenza porcina, porque antes no me lo habían querido decir. Me enteré por una reportera que vino de Perote a decirme que el gobernador había dicho ahí que mi hijo había tenido fiebre porcina».
Por otra parte, las autoridades mexicanas confían en que, pese a la aparición de nuevos casos, la epidemia entre pronto en una fase de estabilización. A eso contribuyen las medidas radicales, como el cierre de restaurantes, gimnasios y cines, tomadas por el Gobierno de la capital, la zona más afectada y la que más riesgo presenta, debido a sus más de 20 millones de habitantes.
Al temor que impera en la ciudad, y en el país entero, se suman unos daños materiales incalculables. Las cancelaciones de vuelos son continuas y los hoteles contabilizan ocupaciones de apenas el 5%, aunque hasta ahora, sólo Cuba, Argentina y una aerolínea canadiense han suspendido temporalmente los vuelos al país azteca.
La ciudad ha ralentizado su ritmo trepidante, pero no sucumbe al desaliento. Pero cuando cae la noche, las siempre animadas avenidas de Polanco y Chapultepec aparecen desiertas.