Y Ricky dijo sí
Actualizado: GuardarKobe Bryant dijo hace unas semanas en una rueda de prensa que los jóvenes de Estados Unidos se estaban durmiendo en los laureles mientras gente como Ricky Rubio trabajaban cada día por ser mejores. Antes de que el más digno sucesor de Jordan dijera esas palabras, uno de los mejores bases de la NBA, Jason Kidd, dijo de él que «el cielo es su límite». Y podría poner más ejemplos de todos los que estas semanas y desde los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 se han enamorado del baloncesto que lleva en la cabeza el chaval que nació hace 18 años en la otra punta de España, El Masnou.
Hace un par de semanas hablaba aquí del viaje de su pueblo a Nueva York. Finalmente lo hará. Se apuntó al draft y el 25 de junio sabrá y sabremos dónde va a jugar. Poco después de eso vendrá a San Fernando, donde el verano pasado tuvo su primera concentración con la selección absoluta y donde se gestó la medalla de plata. Durante estos días todos le dan consejos, aunque los que más saben de esto, es decir, los españoles que están allí, son claros y coinciden: nadie debe tomar la decisión por él aunque sólo tenga 18 años. Él va a ser el que tenga que entrenar e ir al gimnasio, él va ser el que se enfrentará a rivales mucho más fuertes y él será el que más eche de menos todas las cosas que tiene en su pueblo. Principalmente el ir los viernes por la noche con su abuela al chino... aunque parezca mentira.
Juanma Iturriaga escribía un artículo de opinión sublime hace unos días, y yo quiero terminar éste con sus palabras. «Su actual mundo competitivo se le ha quedado pequeño, por eso es entendible su decisión. En la NBA no va a encontrar el mejor caldo de cultivo para llegar a ser mejor persona, pero nada mejor que la NBA para aprender a jugar entre los mejores del mundo. Y éste es su principal objetivo, no lo olvidemos».