ANÁLISIS

En primera vuelta

| CATEDRÁTICO DE LA UNED E INVESTIGADOR PRINCIPAL DEL REAL INSTITUTO ELCANO Actualizado: Guardar
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T al y como pronosticaban la mayor parte de las encuestas, Rafael Correa ha ganado las elecciones presidenciales de Ecuador en la primera vuelta. Todo un logro si examinamos el desempeño inestable de la democracia ecuatoriana desde 1980. Su peculiar forma de hacer política le ha supuesto un fuerte apoyo de la opinión pública y le ha permitido remontar primero una coyuntura caracterizada por un Parlamento adverso e impulsar, posteriormente, una profunda y radical reforma constitucional.

La nueva Constitución fue aprobada en referéndum con casi el 64% de los votos. Semejante respaldo es lo que permitirá la construcción de un sistema político fuertemente centralizado en la figura del presidente y con un equilibrio de poderes bastante mermado. Correa pretende impulsar en torno a esta Constitución su «revolución ciudadana», que en otras versiones lleva la denominación de 'socialismo del siglo XXI'. Sin embargo, y pese a las remembranzas de esta expresión con otros experimentos bolivarianos, es necesario marcar algunas distancias entre el proyecto de Hugo Chávez y el de Correa. De momento, el presidente ecuatoriano se ha negado a entrar en el ALBA, el proyecto continental venezolano. Habrá que ver si se trata de una cuestión de principios, como parece, o de una finta táctica a cambiar tras las elecciones.

Con el escrutinio al 70%, Correa ha obtenido el 51,7% de los votos. Una victoria contundente pero que supone un descenso respecto a otras consultas, lo que sin duda influirá en la gobernabilidad del país. Con todo, ello estará mediatizado por el resultado final de las parlamentarias, que de momento otorgarían la mayoría absoluta al oficialismo. De este modo, se pondrá rápidamente en marcha el proceso de adaptación de las estructuras económicas, políticas y sociales de Ecuador a los nuevos preceptos constitucionales. Una de las materias en las que se legislará es la migración, un fenómeno relevante en el país, tal como se puede observar también entre nosotros. La parte de la colonia ecuatoriana que votó, bastante numerosa, reafirmó su confianza en Correa; por eso muchos esperan no ver defraudada esta confianza con algunas medidas desacertadas y contrarias al interés de tan nutrido colectivo. Ecuador comienza una nueva etapa. Sería deseable que el nuevo presidente sepa estar a la altura y no se deslice por la peligrosa pendiente autoritaria favorecida por una tan intensa concentración del poder.