El capitán Manolo Sanlúcar se marchó muy dolido por la derrota que certifica el descenso./ VÍCTOR LÓPEZ
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El final de la agonía rojiblanca

Amarga derrota de un Portuense que merece mejor resultado ante el Puertollano y que certifica su descenso deportivo a Tercera División

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El Portuense firmó ayer su descenso a Tercera División trás la derrota frente al Puertollano. Los rojiiblancos murieron con las botas puestas, ya que no fueron muy inferiores a los manchegos, que aprovecharon dos despistes en la defensa local en jugadas a balón parado para marcar los dos goles. Tres minutos bastaron al Puertollano para solventar el partido, para luego nadar y guardar la ropa. El Portuense, con el marcador a cero, no tuvo las ideas muy claras, quizás presionado por lo que se jugaba. El dominio era en los primeros compases para los manchegos, que habían avisado en sendos balones aéreos a la cabeza de Tariq, que se fueron sin marchamo de gol. Los de Fabregat no tuvieron ninguna ocasión clara de gol en los primeros 45 minutos, pese al dominio ejercido tras el cero dos, donde los de Tebar, le cedieron todo el campo pero ni Diego Ramírez ni Rubén Pazos estuvieron acertados en los pases. Entre el 20 y 23 vinvieron los dos goles seguidos, y además a balón parado.

Sanlúcar, protagonista

Del vestuario salió el Portuense algo más centrado. El juego en la zona ancha era algo más engarzado, con balones a las bandas. Sanlúcar pisó más el área, gozando de un par de ocasiones que de milagro no se convirtieron en gol. Ello se produjo en tan sólo dos minutos. De haber abierto la lata Sanlúcar en la primera ocasión, el partido hubiera dado un giro a favor de los rojiblancos pero el capitán local, con todo a favor, se lo pensó dos veces y le dio tiempo a Rojas para robarle la cartera. Dos más tarde, un centro por banda derecha le vino a la cabeza y cuando ya se cantaba el gol para los de casa, el balón se estrelló en el cuerpo de Calleja. En los minutos finales se produjeron excesivas interrupciones, lo que benefició a los visitantes.

Al final, el poco público que ayer se dio cita en el estadio José del Cuvillo, pese a la derrota y el descenso, supo agradecer con sus aplausos el derroche de vergüenza que los jugadores han derramado en las últimas jornadas, pese a todos los problemas por los que han pasado a lo largo de la temporada.