Toyota también juega
Trulli y Glock buscarán la primera victoria de su equipo tras liderar la calificación, y Alonso saldrá séptimo
| ENVIADO ESPECIAL. BAHREIN Actualizado: Guardar«Inexplicable», masculla Fernando Alonso mientras regresa de vuelta a las oficinas de Renault en el circuito de Sakhir para la penúltima reunión con sus ingenieros. «Es inexplicable», repite mientras encoge los hombros, como si se diese por vencido en la búsqueda de argumentos potables. «Yo no lo entiendo», sentencia a la carrera. No comprende él y no comprende casi nadie, pero la irrupción de los pequeños ha revolucionado el arranque del Mundial. En Australia y Malasia, exhibición de Brawn -el ex Honda camino del matadero-, en China, doblete de Red Bull. Y en Bahrein, dos Toyota en la primera línea, favoritos para estrenar hoy su casillero de triunfos. Alonso, que no entiende, sale séptimo.
Jarno Trulli lleva media vida en la Fórmula 1. Doce años desde que ingresó por el puente de Minardi, histórico vivero en el que se criaban los españoles. El italiano tiene el respeto de la gente, una bien ganada fama de piloto escrupuloso, irreprochable en la puesta a punto de los coches, clasificador competente aunque poco sólido en el cuerpo a cuerpo, en el frenesí de las carreras.
Cuenta, además, con una historia paralela, la de sus gestos y su vida fuera de la Fórmula 1. Junto con viejos amigos de su pueblo -Tollo, 2.600 habitantes-, produce vinos de cierto renombre en Italia, riojas a la antigua usanza con carga de fruta, al decir de los expertos. Caldos accesibles y fáciles de beber. La bodega está cerca de Pescara, a unos kilómetros del Adriático, y a media hora de coche de L'Aquila, la ciudad devastada por el terremoto.
Trulli, que parece buena gente y no un tiburón del volante, promovió hace una semana en China una iniciativa que fue secundada por el gigante Ferrari. Logotipos en el Toyota, y más tarde en el Ferrari, en recuerdo del Abruzzo, la región de L'Aquila. Ayer, este fanático del ciclismo, que apareció un día vestido de rosa en honor del ganador del Giro Danilo di Luca, tuvo el detalle de señalar las mangas de su mono, en el que se leía Abruzzo.
Oportunidades
El transalpino hizo ayer la pole en Bahrein y brindó en la fiesta de Toyota con Timo Glock, segundo. Es la ronda de las oportunidades que concede el Mundial de Fórmula 1 antes de que la teoría confirme la presunta realidad: en Europa llegarán las nuevas configuraciones, el desembarco de difusores y fondos planos y las grandes escuderías deberían dar el salto que ahora se les resiste.
Toyota, que debutó en 2002, ha tenido mala fama en la Fórmula 1 hasta esta primavera. Nadie entendía cómo el mayor presupuesto de la parrilla, 340 millones de euros, estaba tan lejos de alcanzar una victoria. Los ingenieros eran recelosos a desplazarse a Colonia, la sede europea de un equipo gobernado por los nipones. Por más dinero que llegase desde Japón, los resultados no cambiaban. Toyota pagó una millonada a Ralf Schumacher a cambio de salidas de pista, despropósitos y ceros en el casillero. Lo mismo a Trulli, que sólo el curso pasado se sacudió el polvo y estableció un duelo con Alonso por la cuarta plaza en el Mundial de marcas.
Su momento ha llegado en Bahrein. Un coche rápido del club del difusor. Alonso no entiende cómo lo han hecho y hoy sale séptimo, con la esperanza de completar una carrera consistente y arañar puntos para el aterrizaje en Europa. «Hay seis coches mejores que el nuestro (Toyota, Red Bull, Brawn). Si ellos tienen algún problema o se retiran, podremos avanzar posiciones».