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«Dormimos sin cenar»

Manuela Rosales acude cada día al comedor para recoger el almuerzo, porque «el resto de comidas es otra historia»

| CÁDIZ Actualizado: Guardar
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Todos los días a las 11:30 de la mañana, Manuela Rosales acude al comedor a recoger el almuerzo para su familia. Tanto ella como su marido llevan varios meses sin trabajar y han recibido cartas que les comunican que pronto dejarán de tener suministro de luz por impago. «Hay noches en que no tenemos nada para cenar y mis pobres niños se van sin rechistar a la cama y eso que son pequeños y no entienden», asegura ella.

Una dura situación que «no le deseo a nadie y que se sobrelleva como podemos, cogiendo de un sitio y de otro cuando hay y cuando no hay, pues toca aguantarse». No queda otra y es así de contundente. Su batalla con la vida es dura y hasta el momento está llena de derrotas: «El otro día fui a pedir ayuda para pintar la casa porque con las lluvias está llena de humedades y la más pequeña la tengo siempre resfriada, pero nada, no ha habido manera de conseguir un pellizco».

A Manuela le cuesta dormir porque siempre tiene en la cabeza el pensamiento de lo que va a hacer mañana para poder asegurar al menos la comida para los suyos. Al igual que su marido que de vez en cuando marisquea y hace alguna chapuza, pero por muy poco dinero. Los médicos le han diagnosticado depresión, pero ella se ríe, porque dicen que necesita tratamiento. «Pero si no tengo dinero para el autobús, ¿cómo quieren que vaya al centro de salud?». Su familia poco le puede ayudar porque se encuentra en una situación similar. «Ya ves, mi madre con la pensión de viuda está tirando para delante con otros cinco».