Cambio bajo presión
Actualizado:La demorada fotografía de hoy de Patxi López con Antonio Basagoiti, justo tres semanas después de que el PSE y el PP rubricaran el acuerdo que propiciará el cambio de Gobierno en Euskadi, escenifica la apertura de un nuevo tiempo que resultaba poco menos que inimaginable, bajo esa formulación, antes de las elecciones del 1 de marzo.
Inimaginable no tanto porque la suma de socialistas y populares no pudiera superar en escaños al Ejecutivo de Ibarretxe, aunque el propio partido de López seguía albergando dudas en la campaña sobre la capacidad de aguante de sus adversarios, hoy transformados en socios para la gobernabilidad.
Si este escenario parecía a priori poco predecible lo era, sobre todo, por la inclinación de buena parte de los protagonistas y observadores de la política vasca a considerar que las urnas sólo podían deparar, o casi, un nuevo acercamiento, un nuevo período de distensión, entre los socialistas y un PNV al que se presuponía dispuesto a zanjar la etapa de Ibarretxe.
Lo significativo no es sólo que las elecciones hayan procurado un desenlace que convertirá a López en el primer lehendakari no nacionalista de Euskadi; que ha resituado al PP como un partido necesario para la estabilidad institucional; y que dejará enrabietados, al menos por ahora, a los peneuvistas en la oposición.
El cambio no se traducirá únicamente en un cambio de Gobierno que clausurará tres décadas de hegemonía peneuvista, la última marcada por las reivindicaciones soberanistas. Cierra también la larga etapa de colaboración en la construcción del autogobierno entre el PNV y el PSE, irrepetible ya en los términos en que fue concebida en el pasado.
Los socialistas empezarán a transitar a partir del 5 de mayo, fecha de la investidura, por un terreno tan ilusionante para ellos como inhóspito, bajo la presión de las expectativas creadas por el cambio, las dificultades de una crisis asfixiante, la oposición sin cuartel anunciada por los nacionalistas y la renovada amenaza de ETA. Con un añadido. Hasta ahora se atribuía parte del éxito de López al tirón que conserva en Euskadi José Luis Rodríguez Zapatero.
Una de las incógnitas que se abren es estos momentos es cómo afectarán al cambio en Euskadi las dificultades que atraviesa el presidente del Gobierno; y si el pacto PSE-PP podrá quedar realmente excluido de una pugna agudizada tras la renovación ministerial y la proximidad de unas elecciones europeas que han ganado en relevancia.