Previsible
Actualizado: GuardarA NADIE va a sorprender el descenso del Sevilla Atlético a la categoría de bronce del fútbol español. El hasta ahora mejor filial del panorama patrio va a dar con sus huesos en la Segunda B después de firmar unos números impropios de cualquier equipo de categoría profesional. De aquel conjunto que sirvió para presumir con orgullo de una cantera prolífica y efectiva quedan el nombre y un puñadito de buenos futbolistas que han podido dar el salto al primer equipo; pero en el paladar prevalece el sabor amargo del saber que se pudo hacer más, mucho más, por mantener al segundo equipo sevillista en la división de plata.
Motivos para saber el final de esta película con antelación los hay, y muchos. Mala planificación, excesiva juventud y una apuesta reiteradamente absurda por mantener al frente del equipo a un técnico que ya la temporada pasada dejó muestras claras de que no podía hacerse cargo del filial sevillista.
No ha sido Galeote el único responsable del descenso del Sevilla Atlético, pero sus números ya dejaban claro que la cosa no pintaba bien. De poco, por no decir que fue contraproducente, sirvieron las palabras de José María del Nido asegurando que Galeote era «un monstruo de entrenador». Pero menos comprensible aún se antoja su destitución con todo el pescado vendido.
Sin embargo, mirar sólo al banquillo sería tremendamente injusto. Jugadores y técnicos pueden y deben repartirse la culpa por igual. Unos, los primeros, por no tener nivel suficiente para competir en una categoría tan dura como la Segunda División española. Los otros, ojeadores, por traer a demasiadas promesas y escasas realidades que han terminado por dar un resultado nefasto.
De los jugadores que arribaron al filial esta temporada, ninguno ha dado el nivel suficiente para soñar con un futuro prometedor en el Sánchez Pizjuán. Sólo Perotti (en su segundo año) y Cala (que se ha perdido más de media temporada por lesión) podrán brillar con luz propia más pronto que tarde en el coliseo nervionense. Para el resto quedará el dudoso honor de pasar a la historia como uno de los peores equipos de Segunda y la sensación de que se pudo hacer mucho más por mantener la categoría.