«De saber las pocas alternativas de mi carrera no la hubiera cursado»

Tiene 25 años y una licenciatura que no ha podido desarrollar en ningún trabajo estable. Nina, de Cádiz, comenta que si se hubiera planteado las pocas salidas profesionales que tiene la carrera de Filología Hispánica, «tal vez no la hubiera estudiado». Dada esta circunstancia, y animada porque varias amigas han conseguido plaza, Nina García ha decidido presentarse a las próximas oposiciones de Secundaria en la modalidad de Lengua y Literatura Castellana.

«Como está el empleo, la oposición es la mejor opción», destaca. Desde que terminara la carrera hace 3 años, Nina ha trabajado en bares, tiendas, como administrativa e impartiendo clases particulares de inglés.

Ahora, a más de un año para que se presente a los exámenes, dice «aprovechar el tiempo que puedo en estudiar y compaginarlo con otras responsabilidades». Eso supone, al menos, seis horas al día -de lunes a viernes- delante de los apuntes y una tarde semanal de resolución de dudas en la academia. Como otros muchos jóvenes opositores, Nina dedica los fines de semana al ocio y a «coger» las pocas ofertas de trabajo eventual que se le presentan.

«Estudiar por mi cuenta lo veo complicado, no tenía temario y es muy largo, alguna vez lo probé y me cansé. Lo mejor de las academias es que te obligan a tener voluntad. Con constancia se acaba aprobando y sacando la plaza, pero tú mismo te tienes que imprimir esa presión de estudiar día a día», comenta la aspirante.

Dispone a su favor la experiencia como estudiante y el desarrollo de unas técnicas de memorización «novedosas», según subraya. «A pesar de todo, la vida de un opositor no es incompatible con el desarrollo de tu vida personal. Eso sí, cuando llevas mucho tiempo estudiando es mejor no mirar atrás», sentencia la filóloga gaditana.