ANÁLISIS

El penúltimo capítulo

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La nómina de altos cargos del Ayuntamiento de Jerez (180) es a todas luces exagerada. Como lo es también que haya asimismo 26 asesores que cobren, entre todos, bastante más de un millón de euros al año. Como si hiciese falta tantos para asesorar a un equipo de Gobierno que o bien demuestra así una incapacidad manifiesta para llevar las riendas de la ciudad o incurre en unos excesos insultantes. Las cifras ya resultan de por sí grotescas en un municipio cuya principal lacra es el paro y que está padeciendo como pocas las consecuencias de la crisis económica mundial. Pero lo son más ahora que, según la propia Junta de Andalucía -del mismo color político que el Consistorio jerezano-, se sabe que, encima, la libre designación de esos altos cargo se ha realizado de forma irregular.

Las consecuencias de esta noticias son impredecibles. La lógica empuja a pensar que el Ayuntamiento anulará, tal como le reclama el Gobierno regional, esa libre designación de altos cargos. Pero no parece que vaya a ser tan fácil, porque 180 son muchos y rectificar lo que se hizo mal no es fácil y, además, podría acarrear consecuencias nefastas. Habrá que ver, por lo tanto, cómo reacciona ahora el Consistorio jerezano y si es capaz de arreglar este gran desaguisado. Ya hay quien apunta que existen fórmulas 'legales' para hacerlo. Aún así, todo esto no hace más que poner de manifiesto que las cosas no se están haciendo bien. Aquellos barros traen ahora estos lodos. Y lo peor de todo es que, posiblemente, el capítulo de los altos cargos y asesores municipales no se vaya a cerrar en mucho tiempo, haga lo que se haga a corto plazo. A la vuelta de la esquina, como quien dice, está la declaración de Pedro Pacheco en Anticorrupción. La alcaldesa le acusa de contratar irregularmente a dos asesores cuando él llevaba las riendas de Urbanismo. Él respondió pidiendo al juez que la citase a ella a declarar como imputada por la contratación de los asesores municipales actuales. Lo dicho, que no está escrita, ni mucho menos, la última palabra todavía.