MIRADAS AL ALMA

la duda de jesucristo

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La fe sólo se entiende si se duda de ella. Cosa divina esa de dudar, pues toda afirmación o seguridad ante la fe esconde un yugo de mentiras. Pasada la Semana Santa, cuando muchos se dan golpes en el pecho con una fe cristiana ineludible y ecléctica, uno ve con más claridad toda la mentira escondida en la máscara de la verdad eclesiástica. Yo poseo fe porque dudo, y es esa duda, que es sombra de mi pensamiento, quien me plantea divinidades o diabluras, igual por igual, bien avenidas.

En la duda está la verdad; en la afirmación, la mentira. Pienso que incluso Dios dudó en dejarnos a su hijo para salvarnos del pecado. «He aquí mi hijo», le dijo Dios al hombre. «He aquí cómo te lo devolvemos», le dijo el hombre a Dios. Dudó Dios y afirmó el hombre, por ello Dios es camino dudoso y el hombre sólo afirmación prosaica. Quien afirma no sólo destruye, sino que se niega a sí mismo, y ése es su pecado. Jesús dudó, mostrando su divina debilidad, bajo el monte de los olivos.

Allí, escondido y hallado al mismo tiempo, con el miedo terrible de su pronto vía-crucis, dudó sobre el porqué de su destino, y lo que le hizo seguir adelante fue la duda, bendita y dignísima duda. Apareció entonces el hombre afirmando su arresto, capitaneado por la afirmación de Judas, quien no dudó en afirmar su negación de traición por unas monedas. Esa misma maldita afirmación de Judas fue la que le hizo dudar de su traicionera obra; mas fue la duda la que le hizo ahorcarse de un olivo a Judas. Dudó porque quiso salvarse de su caótica afirmación. Siguió afirmando el hombre en su condena a Jesús hasta verlo morir y resucitar. Dudó Pilatos inteligentemente, no de Jesús condenado, sino de la aplastante afirmación de condena de una barbarie contra Jesús. Entonces se limpió las manos Pilatos por su duda ante la afirmación Hoy siguen algunos afirmando antes que dudar.