ANÁLISIS

Obama en Puerto España

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L a exitosa campaña global de relaciones públicas del presidente de EE UU ha dado un nuevo paso estos días en la capital de Trinidad y Tobago, con motivo de la V Cumbre de las Américas. Barack Obama ha prometido un nuevo futuro en las relaciones de Washington con sus vecinos del sur, a través de una «Alianza entre iguales» y ha afirmado que EE UU ha cambiado en su manera de hacer las cosas. Sin embargo, no cabe hablar de una nueva política exterior norteamericana hacia la región. Lo más novedoso es el tono, la disposición al diálogo y las buenas formas del presidente Obama, además de la ampliación de asuntos que aspira a tratar con los países iberoamericanos; la agenda ya no está dominada por el tema de la seguridad, sino que ahora abarca energía, cambio climático, democratización y cooperación al desarrollo. Pero el fondo del nuevo planteamiento norteamericano es muy realista y está presidido por una petición clara de que estos países se ayuden a sí mismos, pongan de su parte en la relación con EE UU para solucionar problemas conjuntos y compartan valores democráticos. Obama es muy consciente de la deriva autoritaria en Venezuela, Bolivia y Ecuador, pero precisamente por ello ha tratado a cada uno sus presidentes como un asistente más al foro multilateral, negándoles la oportunidad de utilizar el rentable discurso del enemigo externo.

El futuro de Cuba, el único país del hemisferio excluido de la Organización de Estados Americanos que organizaba la cumbre, ha sido uno de los asuntos que ha concitado más atención. Para evitar que monopolizase las discusiones en Puerto España, Barack Obama había tomado algunos días antes la decisión de facilitar las comunicaciones, los viajes y el envío de remesas a la isla, y de este modo poner la pelota del lado del régimen castrista. El análisis de la Casa Blanca es que hay que preparar la transición para encauzar las cosas en el minuto siguiente a la desaparición de Fidel Castro. En este sentido, Barack Obama tiene la ventaja de que el lobby cubano-americano en la Florida ya no apoya de modo incondicional el embargo económico. Los presidentes de México y de Brasil se han ofrecido durante la cumbre a EE UU como intermediarios oficiosos para facilitar el diálogo con Cuba. España está igualmente llamada a contribuir a este cambio histórico en la isla, superando los errores del Gobierno Zapatero en Iberoamérica, que van desde la falta de presencia política a un incomprensible coqueteo con el chavismo y el castrismo.