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BARRERAS. La Guardia Civil impedirá el acceso a la barriada, como ocurrió el pasado año. / CRISTÓBAL
Jerez

Torremelgarejo afronta su segundo Gran Premio sin la entrada de moteros

La barriada volverá a estar cerrada a las motos por motivos de seguridad, mientras los vecinos lamentan que se acabe la gallina de los huevos de oro El delegado no es partidario de la medida, aunque recuerda el caos de otros años

ALMUDENA DOÑA
| JEREZActualizado:

Eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor lo creen a pie juntillas buena parte de los vecinos de Torremelgarejo, que afrontan con resignación y no poco malestar el segundo Gran Premio consecutivo durante el que la barriada permanecerá cerrada a cal y canto a los moteros. La pasada edición fue pionera en este sentido con la restricción de la carretera que va de Torremelgarejo a Gibalbín, y dado los buenos resultados obtenidos en esta ocasión se repetirá experiencia, como explicó el delegado de Alcaldía del núcleo rural, Manuel Garrido.

«La idea era proporcionarle al Circuito una zona de seguridad y acceso directo en caso de accidente, por lo que la barriada se cortó a las motos pero no a los moteros, que pueden entrar libremente, siempre que dejen fuera sus vehículos. El año pasado se hizo una buena gestión, puesto que la fluidez conseguida permitió que el Circuito se vaciara en dos horas, y no en seis o siete como antes». Sin embargo, como todo tiene sus pros y sus contras, esta medida supone el fin de la vicoca de tres días de oro en cuanto a beneficios económicos y propaganda de una zona que el resto del año tiene que soportar las desventajas de encontrarse ubicada a unos escasos 400 metros del trazado jerezano.

Los vecinos con los que se ha puesto en contacto este medio coinciden en afirmar el perjuicio que conlleva el cierre, aunque confiesan sentirse impotentes porque su voz no pueda ser escuchada con mayor fuerza. «La entrada de moteros implica una inyección económica para la barriada -argumentan algunos-, que es la más castigada por el motociclismo. Nosotros tenemos ruidos todo el año y no nos quejamos, y eso que cada dos por tres nos cortan la luz e incluso el agua. Estos días deberían hacer la vista gorda».

El caso es que la relación de los motoristas con Torremelgarejo viene de antaño, y parte de una simpatía recíproca y de una hospitalidad y generosidad por parte de los anfitriones difíciles de superar. Las mujeres más mayores del núcleo rural relatan cómo llevan toda la vida acogiendo a estas personas, proporcionándoles ropa, dejándoles su casa para que se aseen y ofreciéndoles comida y todo lo que puedan tener a su alcance.

«Nosotras somos como sus mamás andaluzas, les cuidamos y aconsejamos y les recibimos con los brazos abiertos. La gran mayoría se muestran respetuosos y agradecidos». Por todas estas razones, la comunidad de vecinos muestra su tristeza al comprobar que un año más su barriada respirará una calma tensa y ficticia durante la Motorada, que ninguno de ellos ha demandado.

Riada humana

El delegado de Alcaldía, por su parte, reconoció que él también es partidario de que Torremelgarejo se abra a los moteros, dados los beneficios innegables que ello aporta al vecindario. No obstante, también recordó la situación de caos que se vivía en ediciones anteriores, en un lugar de alrededor de 700 habitantes en el que se llegaban a introducir hasta 5.000 personas.

«Yo lo que quiero es lo mejor para el pueblo, que se pueda entrar pero con las medidas de seguridad adecuadas. Es verdad que la gente no está contenta, pero no soy yo el que ha decidido esto». Mientras la tensión aumenta conforme se acerca el día, Jerez prepara su particular fiesta con las miras puestas en el logro casi imposible de que se puedan aunar los intereses vecinales y los de los aficionados, en torno al disfrute común de la Motorada y del Gran Premio.

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