Derechos humanos, no cultura
Actualizado:El caso de la niña mauritana de Puerto Real puede llegar a ser un hito en la historia de las libertades de las mujeres en el país africano. Pese a que el pensamiento común, ortodoxo, dominante, quiera mantener el estado de cosas, hay fuertes corrientes dentro de la sociedad mauritana que reclaman otro orden, y es interesante hacerlas visibles, porque lo peor son las imágenes simplistas, como la que abandera la propia familia. Cridem, un medio de información independiente, recogía el debate días atrás con una argumentación contundente apoyada en las propias leyes del país, que no admiten el matrimonio antes de los 18 años. Esta publicación también se centraba en las convenciones internacionales, y se preguntaba con toda crudeza si la mejor manera de velar por una adolescente es obligarla a un matrimonio precoz, a un embarazo de alto riesgo, con altas tasas de mortalidad, del niño y de la madre, y a una fístula obstétrica, esa herida vergonzante que muchas mujeres sufren en África y que les condena, al fin, a ser repudiadas. La niña de Puerto Real y su familia de acogida merecen todo el reconocimiento por haber tenido la valentía de plantarse ante semejante aberración. Se trata de derechos humanos, no de diferencias culturales.