Un currante nato

No falla. Son las nueve y cuarto de la mañana y ahí está Ernesto con su café y su tostada. En el bar de La Rosa que tan bien llevan Edu y Chelo. Siempre hay una broma. Las mañanas, por duras que puedan llegar a parecer, hay que acompañarlas con cierto toque de gracia. Ernesto Tordesillas acaba con lo suyo y se lleva el desayuno para el marqués. «Es el jefe, le llamo así, pero le estoy muy agradecido porque se ha portado muy bien conmigo. Así que a mí no me cuesta trabajo llevarle todas las mañanas su desayuno a la oficina», sentencia.

Ernesto nació y vive en pleno barrio de San Miguel. Cuando la cooperativa Xefar estaba ubicada en la calle Caballeros, nuestro protagonista se colaba por el almacén para comenzar con sus primeros trabajillos. Un cafelito del Maypa, una botella de agua de la confitería de Manolo o un paquete de tabaco del estanco. «Así comencé hace veinticinco años. De mandadero», comenta. Veinticinco años trabajando para la empresa del reparto y distribución de medicinas han sido suficientes para que ahora sea técnico de almacén. «Bueno ya sabes, mi labor consiste en tener ordenado el almacén. Todo limpio y que el reparto de cada día vaya controlado», agrega.

Ernesto es un currante nato. Un incansable luchador que poco le importa trabajar dos días de fiesta seguidos. «Vivo sólo desde hace años y no tengo tampoco muchas aficiones. Así que el trabajo me gratifica doblemente. De todas formas, te digo que el Jueves y el Viernes Santo libré. Por primera vez en muchos años», nos narra. Así que hubo tiempo para ver algunas cofradías y de camino hacerle una limpieza a fondo a la casa.

Ernesto es un tipo de esos a los que se tildan de buena gente. Campechano, abierto y sencillo. Desde hacía tiempo, se había puesto en contacto con esta sección solicitando que un día pudiera ser protagonista de la misma. Pues ahí va este artículo dedicado a un jerezano anónimo que, desde ahora, mucho nos tenemos, que tendrá que firmar algún autógrafo. Así es prensa, amigo.