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Los numerosos frentes violentos obligan a blindar los comicios indios

| BOMBAY Actualizado: Guardar
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Parapetados tras una montaña de sacos terreros, dos soldados custodian metralleta en ristre un parque infantil de Bombay mientras los niños se balancean plácidamente en sus columpios. La misma vigilancia se repite en los puentes de la ciudad, el aeropuerto y en la estación de trenes Chhatrapati Shivaji, uno de los objetivos de la cadena de ataques terroristas que costaron más de 160 vidas en noviembre pasado.

Desde aquel atentado coordinado en forma de guerrilla urbana la seguridad se ha convertido en una de las claves de las elecciones que se prolongarán durante todo este mes en India y cuyos resultados se conocerán el 16 de mayo.

El empeoramiento de las conflictivas relaciones con el vecino Pakistán y el fortalecimiento de los talibanes tanto en la frontera noroeste como en Afganistán son contemplados con inquietud en India. La oposición nacionalista del BJP reprocha al Gobierno del Partido del Congreso su debilidad frente a Islamabad y su excesiva dependencia de EE UU.

Nueva Delhi confía en que la nueva política de Obama contra el avance talibán reduzca la influencia paquistaní en Cachemira, la disputada zona fronteriza del noroeste de mayoría musulmana. Desde 1989, el conflicto con la insurgencia separatista se ha cobrado 47.000 vidas.

Alta participación

Frente a esta violencia, la alta participación electoral en el estado de Jammu y Cachemira puede suponer un revés para los rebeldes separatistas. En los comicios regionales de 2008, la participación alcanzó un récord del 60%, mientras que en el primer día de los generales ha sido del 48%, cuatro puntos más que en 2004.

Para garantizar la seguridad y maximizar sus efectivos militares, el Gobierno indio ha dividido las votaciones en varias fases, confinando además bajo arresto a los principales cabecillas separatistas. Por encima de estas medidas, la participación indicará si el electorado cachemir está más preocupado por lograr la independencia o por solucionar problemas como la erradicación de la pobreza, el fomento del empleo, la educación o la atención sanitaria.

Pero las amenazas contra las elecciones indias no proceden sólo del integrismo musulmán, ya que este subcontinente también sufre desde hace décadas el acoso de una guerrilla maoísta fuertemente implantada en el centro y el este.

Además, la Policía y el Ejército se encuentran en alerta roja ante la posibilidad de que los Tigres Tamiles vuelvan a atentar en venganza por el apoyo de Nueva Delhi a la contundente ofensiva que Sri Lanka ha lanzado contra esa guerrilla.