Oración y duelo por alegrías

«Hace seis años que no piso una iglesia -dice María Fernanda Gómez-, y eso que vivo aquí enfrente». Ayer la pisó. «Más que por devoción a Dios, que la tengo, por devoción a Chano». Querer tanto al «maestro» no puede ser herejía.

Los flamencos de Cádiz le cantaron «con el corazón en la garganta», según contó Mariana Cornejo, «y su recuerdo muy vivo». «Imposible no emocionarse». El Padre Nuestro suena más suyo por malagueñas. La comunión parece más sincera al compás de una nana. El adiós, más sentido por fandangos. Y el duelo es más duelo cuando se sufre, paradójicamente, por alegrías.

Juan Romero, con una caña honda, recibió al párroco y director espiritual del Nazareno, Marcelino Martín. «Aunque su nombre era Juan Ramírez, hoy también le llamaremos Chano Lobato», afirmó. «Sus amigos se han reunido aquí para recordarlo como hijo ilustre, pero sobre todo como persona y como artista».

Siguieron Mariana Cornejo y Carmen de la Jara, con una petenera larga, a dos voces. «Tembló la Iglesia entera», según Juana Ramírez, hermana de Chano. Junto a ella, Manuela y Rosario. La familia copó las primeras filas del templo lleno. El Niño de Santa María le regaló su voz por alegrías, con Juan Ramón Ortega a la guitarra. Después, Felipe Scapachini brindó al recuerdo de su amigo una malagueña de El Mellizo. Todos cerraron con un fandango de Huelva.

Al acto acudieron miembros de la Cátedra de Flamencología, representantes de las Peñas de Enrique el Mellizo, La Perla, La Tertulia de San Fernando, Chato de la Isla y la de Camarón. Entre otros. «Esto es lo que a él le hubiera gustado -explicó Carmen de la Jara, al término del homenaje-: una misa cantada por sus flamencos de Cádiz, aunque haya sido así, con la garganta temblando». Mariana Cornejo rompió a llorar tras el fandango final. «La voz de Chano no se ha apagado», dijo.

Tiene razón. Sólo que ahora canta desde otro sitio.