Irse de la lengua
Actualizado: GuardarEl desmentido formal emitido por el Elíseo deja en el ámbito de la duda las palabras atribuidas al jefe del Estado francés, Nicolas Sarkozy, sobre el presidente Rodríguez Zapatero en una comida con diputados galos. Pero la publicación en un periódico de los supuestos comentarios más o menos despectivos o de altanera condescendencia con que se habría pronunciado Sarkozy no sólo acerca del líder español, sino también de la canciller Merkel o de Barack Obama, recuerda los apuros diplomáticos que puede generar el más mínimo chascarrillo, especialmente si se comete la imprudencia de hacerlos ante un nutrido auditorio. La representatividad institucional hace difícil que las conversaciones privadas puedan serlo en sentido estricto: su revelación no sólo afea la conducta del que cuenta, sino también del que dice cosas que no debería en un entorno inadecuado.