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TRIBUNA LIBRE

Acercamiento, al fin

FRANCISCO DURAND Profesor de Política Latinoamericana de la Universidad de Texas
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Se veía venir el fin de la última Guerra Fría. Poco antes de que el presidente de EE UU, Barack Obama, descongelara las relaciones con Cuba, Alfredo Durán, 77 años, cubano residente de Miami, ex combatiente en Bahía de Cochinos, exhibiendo una mezcla de picardía caribeña y firmeza castellana, ya había proclamado: «¡Exijo que me llamen dialoguero!». En 2000, cuando George W. Bush ganó las elecciones por los pelos y gracias a los votos del estado de Florida, se fortaleció la alianza entre los duros del Partido Republicano y los durísimos cubano-americanos. Cuatro años más tarde, Bush se impuso otra vez en las urnas, no sin antes limitar aún más el envío de dinero y la visita a familiares del exilio. Esa dureza es hoy cosa del pasado. Tanto de parte de los hermanos Raúl y Fidel Castro, como de EE UU; tanto en la Casa Blanca como en el Congreso; incluso en la calle 8 de Miami, el viento sopla a favor de un acercamiento con la Cuba que se distanció un ya lejano Año Nuevo de 1959. En esa histórica fecha, los revolucionarios entraron triunfantes en La Habana para luego expropiar propiedades norteamericanas y enviar a miles de ciudadanos al exilio. Siguió el embargo y la invasión fallida de Bahía de Cochinos. La confrontación subió hasta niveles intolerables con la crisis de los misiles, que casi lleva al mundo a la primera guerra nuclear en 1962. Conviene recordar que el comandante de un submarino soviético recibió las órdenes de disparar, pero prefirió no hacerlo y, cuando retomó el contacto radial, le dijeron que se había llegado a un arreglo. Al final, ni Cuba fue invadida ni la CIA logró eliminar a Fidel. Los exiliados cubanos se convirtieron en ciudadanos y comenzaron a hacer política dentro del Partido Republicano. Pero ni siquiera la caída de la URSS puso fin a la Guerra Fría del Caribe. Tampoco la enfermedad de Fidel, o el reemplazo en la presidencia por su hermano menor.

EE UU y Cuba han tenido que esperar a la derrota electoral republicana y la triunfal llegada de Obama a la Casa Blanca para iniciar una estrategia diplomática de apertura por etapas. Don Alfredo Durán tenía razón, mientras rememoraba una vieja canción cubana: Cambian los tiempos, Venancio. En los últimos comicios estadounidenses, Florida votó a favor de los demócratas y la comunidad cubana se encontró dividida. Los jóvenes estaban dispuestos a un acercamiento, pero también entre la vieja guardia se percibió una mejor disposición a intentarlo. Es por eso y por mucho más -oportunidades de negocios para las corporaciones norteamericanas; necesidad de crear las condiciones para una transición política suave-, que Obama ha acertado al cambiar las reglas. Ahora los cubano-americanos pueden visitar a sus familiares las veces que quieran y enviar remesas sin límite alguno. En la próxima temporada de huracanes, se destinará mayor ayuda humanitaria a Cuba y se van a instalar redes de satélite y televisión entre los dos países. Dentro de poco -al menos es lo que muchos esperan- podremos viajar libremente a la isla. Y terminará el embargo.