LA PARCELITA

Treinta años ya

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Desde hace varias semanas se viene ponderado, y no sin razón, la celebración del treinta aniversario de las primeras corporaciones municipales de nuestra democracia. A los que ya peinamos canas se nos antoja como uno de los mayores logros conseguidos. Los que por suerte hemos vivido la transición, con todo lo que ha representado para nuestra sociedad actual, no podemos por menos que alegrarnos y celebrarlo. Parece que fue ayer y ya han pasado treinta primaveras. Estrenábamos unas votaciones en libertad, podíamos elegir nuestros representantes. Después de cuarenta años de dictadura, donde lo más parecido a una elección era depositar el voto para los referéndums franquistas, más que amañados, y cuando las corporaciones se proclamaban por designación, llegar a las urnas y comprobar cómo podíamos elegir a representantes de todo el espectro político, fue una experiencia francamente reconfortante. Es cierto que nosotros sólo habíamos sufrido los últimos coletazos de la dictadura pero ahora, a treinta años vista, podemos valorar lo conseguido. Recuerdo cómo, para poder oír opiniones contrarias al régimen, nos encerrábamos a para intentar sintonizar Radio Pirenaica o Radio España Independiente, donde Santiago Carrillo o La Pasionaria, aquellos rojos, largaban sus espiches políticos ¡qué tiempo aquellos! Actualmente podemos pensar y votar libremente. Cada vez que se celebran elecciones lo hacemos con toda nuestra ilusión pero, la mayoría de las veces, nos sentimos decepcionados por la manipulación que se ejerce con nuestros votos. Una vez efectuados los recuentos sirven para pactos políticos, a veces contranaturales, y que no responden a la verdadera voluntad popular. Ejemplos de lo que digo, en estos últimos años, son más que elocuentes. El pueblo ha asumido la democracia, pero la clase política hace y deshace a su antojo sólo por el afán de poder, no de servir ¿Esto no es otra forma de dictadura?