Adebayor salta sobre Eguren, que acabó expulsado. / AP
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El Villarreal fue un juguete en manos del Arsenal

Los de Pellegrini mostraron síntomas de agotamiento ante un gran equipo

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Lento, cansado, sin un pulmón como Senna y sin la alegría de Cazorla, el meritorio Villarreal fue un juguete en manos del Arsenal, que apenas necesitó esforzarse para hacer valer su enorme superioridad en el Emirates. Gobernó el partido con suficiencia, aceleró cuando y como quiso y jamás sufrió. Por ritmo, fútbol, rapidez, pegada, frescura y fe en sus posibilidades, los de Wenger tenían que ganar sí o sí a un rival que cumplió con creces al alcanzar los cuartos y que dejó la sensación de estar derrotado casi de antemano. En sus recientes derrotas ante Almería y Málaga, el submarino ya dejó muestras de hundimiento por agotamiento. Tres ingleses en semis contra el Barça. ¡Casi nada!

Pensó Pellegrini que la mejor forma de vencer a los cañoneros era con superioridad numérica en el centro del campo. La teoría está muy bien, sobre la pizarra los planteamientos siempre salen, pero la realidad demostró que el Villarreal , ciertamente, salió mermado por las bajas y acomplejado. Así se explica que Walcott, tras un taconazo soberbio de Cesc, emergiera en el área para picar sobre Diego López. Un gol magnífico pero una acción fatal defendida.

Un pase de Van Persie, un control orientad de Adebayor con definición sutil del marfileño, y llegó el segundo. Van Persie hizo el tercero. Y ganó el mejor.