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Sociedad

Un animal terapéutico

I. G.
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Hay zonas de Irlanda donde se crían burros enanos como mascotas, y los tienen en los patios de las casas o los pasean por las calles. En España, aún se está buscando el nuevo papel que puede tener este animal tras la mecanización del campo. Son capaces de trabajar en pueblos con dificultades de niebla y accesibilidad a los huertos, aunque esto en menor cantidad. También se cruzan con yeguas para criar mulas, que son robustas y de gran equilibrio.

Algunos jóvenes se han sensibilizado con la causa y solicitan tener su propio burrito. «Antes teníamos muchos asnos para colocar en casas de particulares. Ahora, sin embargo, hay listas de espera para adoptarlos. Sobre todo, las nuevas generaciones, que los emplean como animal de compañía para limpiar las fincas y tienen una relación afectuosa con ellos», explica el especialista David Lema, presidente de la Asociación para la Defensa, Recuperación y Estudio Terapéutico de la Raza Asnal (Andrea), en Pontevedra.

Pero hay un uso que se está generalizando con los asnos: su provecho en las terapias de salud. Es lo que se conoce como asnoterapira. «Una alternativa que se desarrolla en diferentes países desde los años 50. Los estudios demuestran que es beneficioso en el cuidado y tratamiento de personas con problemas físicos y mentales», señala Elsa Pérez, psicóloga clínica.

El contacto habitual con burros «mejora el equilibrio, contribuye al desarrollo de los músculos finos y, gracias a la interacción con el animal, se estimula el vocabulario, se reduce la hiperactividad en los niños y la falta de atención...».

El asno es una fuente inagotable de cariño y tiene una gran memoria. Con su característica calma, puede ayudar a vivir despacio en un mundo lleno de prisas y estrés. «Se trata de extrapolar ese trabajo a la vida cotidiana. Enmarca la vuelta del ser humano al contacto con la naturaleza», añade la experta.