Subsidios
Actualizado:Los estudiosos de las grandes crisis económicas establecen una relación directa entre los subsidios y los suicidios: cuando merman los primeros, crecen los segundos. Mucha gente decide desertar de la vida cuando no puede ganársela. No por tedio, ni por ansia de absoluto ni por frustración amorosa ni por dolor físico insoportable, ni por cualquiera de las múltiples causas que han impulsado al ser humano a presentar su dimisión. Simplemente porque cuando van mal las cosas no sólo no ganan para disgustos, sino que no ganan para comer. Previsoramente, el Gobierno reflexiona acerca de la conveniencia de ampliar alrededor de un año el subsidio de desempleo. Sabe que no le van faltar clientes en el futuro, pero también sabe que existen «obstáculos presupuestarios». El número de trabajadores afectados por los expedientes de regulación de empleo se multiplica de manera pavorosa. Los parados, en contra de lo que su nombre indica, han cogido carrerilla.
Algo tiene que ver con la situación la actitud de la banca, que sólo da créditos por la octava parte de los depósitos que capta, y de algunas cajas de ahorro, pésimamente administradas, que no dan poco ni mucho. Nacieron con el atractivo nombre de Monte de Piedad, pero en algunos casos la invasión política les ha hecho olvidar la piedad y tirar al monte. ¿Qué puede pasar si se ciegan los manantiales del crédito? De momento se ha disminuido el calado de todos sus canales y radas. Lo que antes se daba insensatamente con manguera ahora se concede con cuentagotas.
A la vicepresidenta Salgado la han elegido para una tarea imposible: que no se quejen los que no perciben ninguna prestación y sólo presten oído a sus promesas. Son más de un millón y para mantenerlos en silencio hacen falta muchos millones.