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Las juergas

EDUARDO LUMPIÉ
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Con motivo del fallecimiento del genial Chano Lobato, y recordando el inicio de su vida artística, salió a colación cómo fueron sus principios, al igual que otros muchos cantaores, bailaores y guitarristas. No fueron otros que aquellas fiestas que se solían correr los más pudientes y que se les conocía por juergas.

En estas fiestas se dieron a conocer personas que más tarde fueron artistas como Chano Lobato, Beni de Cádiz, Pericón, Aurelio, etcétera, y que alcanzaron fama no sólo en el país; muchos, fuera de él.

Estas conocidas juergas eran mayormente montadas por personas de buena posición económica y que solían ser preferentemente propietarios de empresas o grandes comerciantes, a los que servían para evadirse por algunas horas de sus tareas diarias y, como se decía, echar una cana al aire. Como siempre, los buenos entendidos del arte del flamenco han dicho que el mejor sitio para escucharlo es un cuarto con poca gente con un cantaor, un guitarrista y un bailaor y algunos amigos y, por supuesto, un buen vino y algo para acompañarlo.

De las personas más adictas a estas juergas, aparte de los mencionados anteriormente, fueron los embarcados, como los gambuceros, personas éstas encargadas de la gambuza de los barcos; o sea, de la despensa de los víveres y los mayordomos, cocineros, etcétera, personas que solían manejar dinero en cantidad y que hacían las travesías del Atlántico hasta América con escala en Cádiz.

Estas fiestas o juegas solían comenzar en la Privadilla después de tomarse algunos cañeros de manzanilla y ocupando algunos coches de caballos se salía a recorrer los sitios típicos de la ciudad, como eran la venta de La Palma, Miramar, Casablanca y algún que otro colmao. Casi siempre se terminaba la fiesta por la mañana tomando café en El Español y allí se liquidaba a los artistas, casi siempre de forma espléndida.