China apuesta por una reforma sin precedentes de su sistema de salud
Pekín aprueba un plan para que en tres años todas las poblaciones cuenten con centro médico
| CHIFENGActualizado:El marido de Wang Shizhen murió hace un año por culpa del gran corte en una pierna que le produjo la segadora que utilizaba en la plantación de maíz de la familia. Para cuando llegó al hospital más cercano, situado en la ciudad de Chifeng, a más de cincuenta kilómetros de su pueblo, ya había muerto desangrado. «Los médicos podrían haber salvado su vida si contáramos con un centro de salud más cercano», se lamenta Wang.
Los objetivos que dio a conocer la pasada semana el Ministerio de Sanidad chino permitirán que en 2011 nadie fallezca por esta razón. Para entonces se debería de haber materializado la primera fase de la monumental reforma sanitaria aprobada por el Partido Comunista, que tiene como objetivo final, para 2020, proporcionar cuidados básicos a los 1.400 millones de habitantes. El plan contempla, entre otras cosas, que cada poblado del país tenga su propio centro de salud de aquí a tres años. Eso supone la renovación o construcción de 2.000 hospitales, 3.700 clínicas comunitarias y 11.000 ambulatorios, para los cuales hará falta formar a casi dos millones de sanitarios, entre doctores y enfermeros. Para evitar la falta de personal, los médicos tendrán que servir al menos un año en zonas rurales antes de poder decidir su ubicación final.
Casi 95.000 millones
En total, China invertirá 850.000 millones de yuanes (unos 94.000 millones de euros) en crear un sistema de salud universal que alivie el peso que suponen los gastos en sanidad en la economía familiar. Según las líneas maestras publicadas por el Gobierno, fruto de cinco meses de agitado debate, todos los habitantes legales del gigante asiático estarán cubiertos en 2011 por algún tipo de seguro que les permita acceder de forma gratuita al tratamiento de dolencias leves, y que cubra una parte importante de los gastos en casos graves.
Además, representantes de Sanidad anunciaron que el Gobierno controlará el precio de una lista de unos trescientos o cuatrocientos medicamentos que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera indispensables, para que sean accesibles a todos los habitantes, incluidos los setecientos millones de campesinos cuya renta ronda los 400 euros anuales. Con la reforma, el Gobierno pretende también calmar los ánimos de quienes critican la creciente disparidad social entre el ámbito urbano y el rural, que se manifiesta de forma trágica en el acceso a cuidados médicos.
Consciente del reto que supone llevar a cabo esta reforma sanitaria, Margaret Chan, directora de la OMS, calificó el plan de «encomiable, extremadamente complicado y difícil de implementar», y aseguró que el Gobierno de Pekín ha tenido en cuenta las directrices de la organización que dirige para diseñarlo. «Los principios de la reforma concuerdan con los que promovemos: el de igualdad y el de facilitar el acceso a la sanidad de la población más desfavorecida».