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PINCHITO MORUNO

Resucitó

JOSÉ MONFORTE
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La Semana Santa de Cádiz ha como resucitado este año. Más gente que nunca en las calles y se agotaron hasta los pirulís de la Habana. Para colmo hasta San Pedro se ha portado y no ha dejado caer casi nada de agua y es que por lo visto en el Paraíso (residencia oficial de San Pedro) habían recibido un burofax de Martín José amenazando con una querella si llovía y claro hasta Dios (Padre, hijo y espíritu santo juntos) temblaron de miedo y le dijeron al que maneja el grifo que pusiera un tapón como el pilar veintiuno del segundo puente Carranza para evitar caída alguna de agua sobre la trimilenaria.

No era para menos. Cádiz celebraba la primera salida del Despojado. Falta nos hacía una alegría después de que se nos hubiera venido abajo nuestra magnífica teoría de que un romano gaditano era el primer autor de pancartas de la historia, un dato que nos venía ni que pintado para nuestra biografía carnavalesca y que se nos ha venido abajo por culpa de los científicos que siempre tienen que venir a estropearlo todo, con lo bien que se lo había inventado la delegada de Cultura y lo bonito que hubiera quedado en el museo al lado de los sarcófagos.

Se vistió de gala la ciudad. Hasta las señales de tráfico les habían colocado traje de gala y tenían el capirote puesto con el escudo de Cádiz grabado en el pecherín. ¡Cuánto paladar!

Y menos mal que le pusieron a las señales de tráfico capirote y que se les olvidó ponerles los boquetitos para que vieran lo que pasaba fuera porque de lo contrario el Despojado se queda sin carné por puntos en la primera salida. Bien está que no le pusieran la L al paso, aunque también se la hubieran puesto en color dorada y no pasaba nada, pero mira que ir a velocidad indebida durante todo el recorrido... es que no se veía ni el humo de las velas.

La ingeniería cofrade volvió a triunfar e inventaron una nueva forma de andar para recorrer la Avenida en menos tiempo que el autobús de Cádiz a San Fernando. Lo del nuevo tranvía de Cádiz no hay que encargárselo a Fomento, hay que encargárselo al capataz del Despojado.

Pero el auténtico triunfo de este año, además de la falta de lluvia, en la Semana Santa de Cádiz han sido las sillitas que llevaban la gente colgando en la espalda y que se desplegaban como el ejercito romano para hacer más llevaderas las esperas. Cádiz vive sus fiestas siempre en sillita. Cádiz no se cansa, es la única ciudad con 3.000 años de antigüedad que todavía no ha ido al podólogo. En Carnaval se ponían las sillas de la playa en la Avenida para ver más cómodamente y sin pagar el paso de la cabalgata. En las barbacoas la gente se llevaba los sofás para comerse los pinchitos con mayor comodidad y sin que se llenaran los trozos de carne de arena y ahora se ha desarrollado la silla Piedad, un modelo de silla pleglabe que ha triunfado esta Semana Santa por las calles de Cádiz. He visto varios modelos. Uno como de silla de acampada que iba en un tubito y este se desplegaba para sacar una sillita como de la Señorita Pepis donde se sentaba la gente para ver a los cristos y las vírgenes. Para colmo llevaba hasta un pequeño saliente en la parte de la espalda para apoyar con comodidad los paquetes de arvellanas. El otro modelo, en un respetuoso color gris marengo, para que todo cumpla con el paladar del momento, se colgaba del hombro como las escaleras que llevaban antes los fotógrafos.

No sé quién es el artista que ha inventado la silla pero desde luego ha sido todo un éxito. Nada de sillas de playa. Se ha inventado la sillita Piedad, para vivir la Semana Santa en posición como más descansada. Alguno hasta le puso el lazo blanco contra el aborto. Ahora hay que inventar la sillita doceañista para el bicentenario, porque los desfiles del batallón doceañil merecen verse también en posición de descansado. Ay... si algún día volvieran los romanos del Ecce Homo... ya todo sería perfecto.